Vivimos en una vergonzosa época de escraches, extorsiones y agresiones a la libertad de expresión.
César Nombela es el rector de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, radicada en Santander, España. Se trata de un prestigioso investigador en el mundo de la Microbiología. Al doctor Nombela y al Consejo Rector se les ocurrió la razonable idea de conceder al expresidente colombiano Álvaro Uribe la Medalla de Honor de la institución, como antes habían hecho con otros políticos del ámbito democrático de Occidente, e inmediatamente la izquierda totalitaria, que se la tiene jurada a Uribe, armó una protesta.
Ante el escándalo orquestado, las autoridades de la institución, asustadas, decidieron aplazar la entrega del galardón y «ampliar las consultas». Uribe, que nada había hecho por recibir la inesperada condecoración, pidió se revocara e instó al rector a propiciar un buen debate sobre el tema colombiano. Una persona a la que sus enemigos han tratado de asesinar 15 veces está más interesada en la sustancia que en la vanidad.
Este es un perfecto ejemplo del creciente clima de intolerancia cultivado en España por la izquierda totalitaria. En el 2010, el entonces profesor Pablo Iglesias organizó un escrache en la Universidad Complutense de Madrid para impedir que la diputada Rosa Díez, una socialdemócrata abierta y tolerante, pudiera desplegar sus ideas. Escrache es un siniestro aporte lexicográfico argentino, aparentemente de origen occitano, que describe los actos violentos encaminados a silenciar al adversario ideológico.
Hace pocas semanas le tocó el turno al profesor de Psicología Haim Eshach de la universidad israelí Ben Gurión. Era un tema muy importante. Lo habían invitado a la Universidad Autónoma de Madrid a que explicara cómo en su país se enseña Ciencia y Tecnología a niños muy pequeños, lo que acaso explica, al menos parcialmente, por qué la diminuta nación de Oriente Medio, con cinco veces menos habitantes, genera todos los años cuarenta veces más patentes y hallazgos científicos que España.
No pudo hablar. La izquierda totalitaria, que suele ser propalestina –ésa es una de sus señas de identidad más visibles–, cuyos hilos y financiamiento en parte los manejan (según el Mosad) Hezbolá y Hamás, lo impidió, como parte de una obscena campaña antiisraelí y antisemita a la que llaman Movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones), creado en el 2005, cuya estrategia es aislar a Israel hasta provocar su desintegración, aunque en el trayecto perjudiquen severamente al millón largo de árabes-israelíes de religión islámica que viven en el país.
El argumento palestino para tratar de demostrar que el Movimiento BDS es aintisraelí pero no antisemita es que lo apoyan unas cuantas organizaciones israelíes y algunos judíos del mundo académico, como el lingüista y activista político Noam Chomsky.
Es cierto, pero se trata de una proposición tan absurda como la de intentar justificar al nazismo porque (relata el historiador César Vidal) el judío Hans Sander fue condecorado por el partido nazi, al tiempo que también eran judíos los generales del ejército de Hitler Helmuth Willberg y los hermanos Johannes y Karl Zukertort.
Vivimos en una vergonzosa época de escraches, extorsiones y agresiones a la libertad de expresión. En Cuba, los actos de repudio comenzaron en 1960 y cincuenta y seis años más tarde continúan realizándose constantemente. La policía política recluta a muchachos en las escuelas y a ciertos militantes de rompe y rasga del Partido Comunista, y los conduce a las iglesias para que maltraten a las Damas de Blanco, o los lleva en autobuses a las casas de los opositores demócratas para que los insulten y a veces los golpeen.
En Ecuador existe una de las leyes de prensa más restrictivas de Occidente. El autócrata Rafael Correa es capaz de ordenar el arresto de una persona por hacerle un gesto de desagrado, de perseguir periodistas por revelar verdades incómodas o de desatar una virulenta campaña contra personas inocentes acusándolas de ser «agentes de la CIA», como le acaba de ocurrir a la doctora Karen Hollihan, víctima de una operación de desinformación típica de los servicios de inteligencia.
¿Conseguirá la izquierda totalitaria callar a los demócratas? No lo creo, pero, aunque lo lograra, seguiría siendo cierta la frase de Cervantes:
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.