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La izquierda y el Tea Party

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¡Cómo no rebelarse ante eso! Luego son sólo unos pocos los que se dan cuenta de que lo que está mal no es la realidad, sino ellos. Pero volvamos a las perplejidades. El Tea Party. Le encaja como un guante la mitología izquierdista, un movimiento popular espontáneo que se rebela contra las estructuras de poder establecidas. Sólo que el guante está hecho para la mano izquierda, y el té se sirve en Estados Unidos con la derecha.

Ejemplo máximo de periodismo socialdemócrata. Página 4 de El País de este domingo. Nos encontramos ante una alianza entre el empuje y las ideas del Tea Party (el periodista comparte su ignorancia al respecto con sus lectores) y el dinero de Karl Rove y los neocón con el objetivo de recuperar el poder (lo que no parece sorprendente en una democracia) para, "esta vez, ejercerlo sin concesiones". Sólo que la ideología en torno al Tea Party propone restringir el poder, es decir, que nadie lo ejerza sin concesiones.

Tampoco es que sea necesario ser muy listo para saber de qué va el fenómeno. Pero el izquierdismo residual, la socialdemocracia canónica impone cortocircuitos insuperables al racioninio. No los supera ni la inteligencia más preclara. Los cortocircuitos son lo llamativo. Son los mismos desde hace décadas pero se siguen utilizando. La derecha "dura". Y ahí cabe todo. Libertarios, conservadores, fascistas… Jesús Ruiz Mantilla, por no salir del mismo diario. Para él, Esperanza Aguirre es esa derecha dura a la que le va (tiene que irle) la bronca. Los silbidos a Zapatero, vaya. Y la que apadrina al Tea Party, encastizado en Café Party. Mantilla, historiador, parte de los neocón de Bush para seguir: "los adalides de ese fenómeno ultra y facha se replegaron en el Tea Party". Y quieren "quemar a los homosexuales" y "empelar comunistas". Forges, el mayor genio español en el humor gráfico y también el más miserable, dice "allí Tea Party/Aquí te parto…". El pensamiento en mantillas de decir que la derecha "dura" es la bronca, la violencia. La derecha dura sería, en España, el sindicalismo.

Irene Lozano. "Excrecencia ultra de la derecha americana", tan sutil. Como no puede ser un movimiento popular, es la rebelión de las élites. Le pasa como a Caño, a Forges y a Mantilla. No sabe que este domingo fue el día mundial de la pobreza, pero no de la pobreza intelectual.

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