El "precio justo" que sus señorías se han sacado de la manga es de 49 céntimos el minuto para las llamadas realizadas y 24 para las recibidas en otro país. Por desgracia, estamos acostumbrados a que nuestros políticos traten de suplantar, siempre "por nuestro bien", al libre mercado, pero en esta ocasión se han superado.
La justificación de tamaña intervención en los precios es, en palabras del secretario de Estado de Economía de Alemania, que existía "un fallo de mercado". En la misma línea los ministros de Telecomunicaciones concluían después de reunirse en Hannover que "la competencia no ha bajado los precios y no lo logrará". ¡Qué curioso! Eso mismo observamos muchos europeos sobre los impuestos pero ningún político parece dispuesto a bajarlos y ponerles un techo máximo por ley.
La función de los precios de mercado no es servir los deseos de los eurodiputados. Ni siquiera consiste en servir los deseos de todos los consumidores. Su importancia radica precisamente en que refleja la escasez relativa de los recursos con los que se produce un bien o servicio ayudando a economizarlos evitando el despilfarro. A veces esa escasez es creada artificialmente por barreras políticas de entrada que, en combinación con precios máximos, erosionan la calidad del servicio. Está claro que liberalizar un mercado y eliminar barreras de entrada se vende mucho peor que anunciar solemnemente que han "logrado [gracias a los precios máximos] que los europeos puedan tener unas buenas vacaciones de verano", como afirmó la comisaria europea de Telecomunicaciones. Quizá por eso los políticos han dado rienda suelta al populismo más barato.
Lo cierto es que el precio del servicio de roaming varía muchísimo según las compañías y países que consideremos. En la Unión Europea nos encontramos tarifas que van desde 22,2 céntimos hasta 3 euros el minuto. ¿En qué consiste entonces el fallo de mercado? ¿Por qué los políticos no dejan que el consumidor decida qué estrategia de negocio le parece mejor al contratar con unos e ignorar las ofertas de otros? Seguramente piensan que no tenemos suficiente capacidad mental o que si se limitaran a profundizar en la liberalización del sector todo el mundo entendería que no son los políticos sino la interacción de proveedores y clientes en un mercado abierto lo que reduce los precios al menor nivel posible.