No importa que fueran dos multinacionales energéticas (Enron y BP) las que impulsaran en los 90 el Protocolo de Kyoto para tratar de ganar a la competencia sin necesidad de ganar la confianza de los clientes frente a sus competidores. Tampoco que los científicos escépticos fundamenten sus teorías en argumentos racionales al menos tan válidos como los de quienes creen que el calentamiento de 0,6 grados centígrados experimentado en los últimos 100 años tiene una causa antropogénica.
La otra tendencia que parece consolidarse dentro de la moda eco-hippy para esta temporada es asegurar que determinados sectores económicos van a verse favorecidos o se volverán más atractivos por las catástrofes que nos acechan a la vuelta de la esquina. Los ejemplos más típicos son los de la energía eólica y solar, algunas empresas automovilísticas de conciencia y motores ecológicos o el sector del agua. Esta idea tiene su gracia. Se trata precisamente de sectores tremendamente intervenidos en los que se modifica artificialmente su demanda. En el caso de las renovables el precio de esta energía está subvencionado con cargo al bolsillo del conjunto de los consumidores en un 575% con respecto a la tarifa eléctrica. En el de los coches verdes, su demanda está potenciada por las zancadillas gubernamentales de carácter impositivo contra los coches que más combustible consumen y que generalmente son más seguros y que permiten transportar a más gente. Lo del agua ya es de traca. Si hay un mercado donde el precio no tiene relación con el libre juego de ofertantes y demandantes, ese es el del agua. Vamos, que nos tratan de convencer de que unos sectores intervenidos hasta la médula se volverán atractivos por el calentamiento. Pues si es así, ¿por qué demonios están obligándonos a demandarlos?
Pero hay otro sector al que nos presentan como el más claro favorecido por el supuesto calentamiento antropogénico: el asegurador. El argumento viene a ser que "el aumento de desastres naturales como inundaciones y huracanes provocará la subida de precios en las pólizas" y eso beneficiará al sector. Eso es tanto como decir que si la gente empezara a usar sus vehículos como coches de choque, las aseguradoras de accidentes de automóviles se forrarían. Este nuevo eslogan no hay por dónde cogerlo. Si de verdad aumentaran los desastres naturales, las aseguradoras saldrían perdiendo en un primer momento (¿es esto tan difícil de entender?). Luego tratarán de elevar las pólizas, pero eso no significa que sus beneficios aumenten sino que, sencillamente, para eliminar actuarialmente el riesgo la prima tiene que adecuarse a la nueva frecuencia relativa del evento dañoso. A lo mejor se refieren a que el sector de los seguros accidentes y desastres naturales va a sufrir una expansión hacia nuevos campos inexplorados hasta el momento.
Esta interpretación sólo soy capaz de entenderla a la vista de las declaraciones de ZP en las que compara las muertes por fenómenos naturales (que según él están relacionados con el cambio climático) con las víctimas del terrorismo y rematando la faena al catalogar como accidente la colocación de bombas que sólo estallan después de ser cuidadosamente accionadas con voluntad asesina