Que sea un disparate y una falacia no impide que los ministros y el propio presidente hayan sugerido esa posibilidad; más bien explica que hayan recurrido a él. Miguel Sebastián y otros miembros del desgobierno español creen que debemos recalcular al alza el dato de crecimiento de este año debido a la victoria.
Este peculiar punto de vista encuentra cierto respaldo en un estudio del banco holandés ABN Amro en el que se asegura que la victoria en un mundial de fútbol hace subir la economía del país ganador en un 0,7% del PIB. Para llegar a esta conclusión los autores del informe estudian los mundiales pasados y observan lo qué ocurrió con el país que se llevó a casa la copa, resultando que, de media, sus economías crecieron un 0,7%. Claro que esta tesis falla más que el pulpo Paul pues en dos ocasiones el país que ganó vio caer su PIB.
Para que sucediera lo que prevé esta teoría, la causa de la situación económica que vive España tendría que ser de índole psicológica. Es decir, la crisis no sería causa de las políticas rematadamente malas del Gobierno ni de que los bancos centrales hayan patrocinado una política de dinero barato que incentivó gran cantidad de inversiones de largo plazo para las cuales no había recursos reales. No, claro que no, ¿cómo iba a ser esto culpa del mundo político? Los libros de historia quedarían muy feos y políticamente incorrectos si contaran las causas reales de crisis como esta. Nuestros mandatarios se quedarán mucho más tranquilos si logran vendernos esta nueva falacia cuya única explicación posible es que la culpa de la crisis la tienen los ciudadanos por no ser más consumistas o por estar con la depre, esa que Zapatero niega tener.
En definitiva, los argumentos detrás de la resurrección futbolera vienen a contarnos que en realidad no hay una crisis real. Todo esto es una gran pesadilla en la que viven quienes no tienen la fuerza de espíritu necesaria como para consumir más en tiempos en los que falta liquidez y el gobierno sube impuestos y baja los salarios.
Supongamos que como prevé la teoría del banco holandés, a la que se han sumado una gran cantidad de medios españoles y casi toda la clase política, una buena parte de los españoles gasten más durante unos días, unas semanas o incluso unos meses. La falacia de la victoria tiene un claro paralelismo en la falacia de la ventana rota, que de manera magistral explicó Bastiat a mediados del siglo XIX. En primer lugar, resulta que el dinero que hayan gastado esos españoles en fiestas y comidas caras supondrá una mejoría para el sector de las juergas y el de la alimentación para celebraciones. Sin embargo, este efecto tendrá su contraparte en aquellos sectores en los que el ciudadano embriagado de victoria deje de gastar para poder asumir el coste de las juergas.
Desafortunadamente la crisis no se resolverá ni la economía crecerá por el triunfo en el mundial. Pero la falacia de la victoria reconstituyente servirá para que el Gobierno nos muestre los datos de los sectores que han crecido tras el triunfo de la selección como si fueran un gran brote verde. A falta de reformas contundentes que liberalicen y dinamicen la economía española, el pan y circo de toda la vida van a acompañar los tímidos recortes en el gasto y las decididas subidas impositivas.