En campaña electoral se trata de comprar votos embaucando a los ciudadanos. Nuestros políticos les prometen imposibles que saben que son imposibles porque lo único que de verdad les interesa es conquistar el poder.
Toda precampaña electoral tiende a convertirse en un descarado mercadeo político orientado a la compra desvergonzada de votos. La actual no es una excepción, como podrá observarse en la reciente tómbola a cuenta del salario mínimo. Si el pasado miércoles el PSOE propuso elevarlo dentro de ocho años hasta los 1.000 euros mensuales (en 14 pagas), el sábado Izquierda Unida elevó la apuesta prometiendo aumentarlo en apenas cuatro años hasta los 1.100 (también en 14 pagas).
Dicho de otro modo, el PSOE pretende aumentar en dos legislaturas el salario mínimo nominal un 54% e IU, el 69,5% en una. Sin embargo, hablar de salarios nominales ayuda poco. Si en cuatro años el IPC aumentara un 200%, ¿PSOE e IU seguirían proponiendo salarios mínimos de 1.000 y 1.100 euros mensuales? Imagino que su propuesta –vaga e indefinida donde las haya– se referirá a alcanzar en 2019 y en 2023 salarios mínimos de 1.100 y 1.000 euros con el mismo poder adquisitivo que los actuales. Y si ese es su verdadero compromiso (incrementar el salario mínimo real a 1.000 o 1.100 euros mensuales), podemos afirmar en los últimos 30 años de historia económica de España jamás ha habido un aumento ni remotamente parecido al planteado por ambas formaciones.
De hecho, en términos reales, el salario mínimo se estuvo reduciendo desde 1989 hasta 2004: las altísimas tasas de desempleo condujeron a PSOE y PP a mantener a raya cualquier incremento real del SMI. Aunque no lo reconocieran ante su electorado, tanto unos como otros eran muy conscientes de que, como lleva acreditando la teoría económica desde hace décadas, los aumentos del salario mínimo por encima de la productividad del trabajo generan paro (o, en el menos malo de los casos, una redistribución regresiva de la renta). Entre 2004 y 2009, sin embargo, la falsa bonanza de la burbuja inmobiliaria llevó al gobierno de Zapatero a incrementarlo en un 19% (desde 665 euros con poder adquisitivo de 2015 a 790).
Dicho de otra manera: uno de los presidentes más económicamente irresponsables de cuantos hemos padecido, durante sus años de gobierno más irresponsables, en medio de la coyuntura nacional más burbujísticamente irresponsable de nuestra historia, aumentó el salario mínimo real un 19% en cinco años: menos de un tercio de lo que propone IU para los próximos cuatro años y menos de la mitad de lo que propone el PSOE de Pedro Sánchez para los próximos ocho. ¿En qué posición los deja a ambos frente al multi-irresponsable Zapatero?
Con todo, tampoco debemos dramatizar: en realidad, nos encontramos ante mera propaganda política dirigida a manipular al elector, no a conformar un sincero programa de gobierno. Izquierda Unida es totalmente consciente de que no va a gobernar (suficiente tendrá con lograr sobrevivir), de modo que puede prometer cuantos unicornios se le antojen sin preocuparse por su aplicabilidad. A su vez, el PSOE ha aclarado que el SMI sólo aumentará hasta los 1.000 euros mensuales «conforme a la evolución económica del país»; y dado que el paro seguirá en España a niveles anormalmente altos durante bastantes años, es dudoso que termine cumpliendo con su suicida promesa. No por casualidad, el mismo día en que prometió este incremento del SMI, el PSOE renunció a volver a aumentar la indemnización por despido a sus niveles previos a la reforma laboral de 2012: tras cuatro años denunciando el abaratamiento del despido, a las primeras de cambio ha terminado abrazándolo.
En suma, en campaña electoral se trata de comprar votos embaucando a los ciudadanos. Nuestros políticos les prometen imposibles que saben que son imposibles porque lo único que de verdad les interesa es conquistar el poder. Recuerden: «Por el pleno empleo».