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Las elecciones y la libertad

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Yo tengo especial debilidad por el impuesto cero a 7 millones de españoles (PP), que el gasto público no crezca por encima del PIB (PP), la liberalización del suelo (UPyD) y la legalización del cannabis (Ciudadanos e IU). El PP y UPyD tienen cierto protagonismo en la corta lista de medidas liberales, mientras que en el top-ten del servilismo parecen sentirse cómodos todos los partidos.

El PSOE nos propone una dosis más de fascismo en la política, como si tuviésemos ya poca. UPyD que amemos a la Administración Pública, como el masoquista a su amo. Estos dos y Ciudadanos quieren que el Estado nos adoctrine desde las aulas. Tampoco se libra el PP. Pero ¿y el top ten de las medidas liberales no propuestas? Pongamos por caso el cheque escolar o desvincular a asociaciones privadas (Iglesia, sindicatos, asociaciones…) del Estado y que vivan por aportaciones voluntarias. O muchas otras.

Si todas las agrupaciones políticas proponen sujetar más nuestras vidas a su designio, o a lo que decida el Gobierno de turno, si lo que hay de liberal se encuentra en partidos variados, ¿qué debe hacer un votante que ame la libertad? Hay cuestiones que van más allá de lo que cabe en un programa electoral y que tienen que ver con el modelo de sociedad que quiere imponernos el actual Gobierno. Pero no puede apoyar a un partido en un punto de su programa y a otro partido en un distinto apartado. El voto va al ciento por ciento por una única opción. Supone la compra de un paquete con componentes que están podridos. Y lo sabemos al votar.

Y es que las elecciones democráticas no son lo mismo que la libertad. Ésta se refiere a la capacidad de elegir sobre la propia vida y lo que a uno le pertenece. Y, como decía Lysander Spooner, "un hombre no es menos esclavo porque se le permita elegir a un nuevo señor una vez cada legislatura". El principio de la democracia y el de la libertad son distintos y no debemos confundir el segundo con el primero. Pero ello sólo quiere decir que, si nos place, podemos acudir a las urnas, pero que jamás es suficiente para defender nuestra libertad.

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