Nos ponen la zanahoria de los paraísos fiscales para que luego no nos quejemos del palo por las subidas de IVA, de IRPF y de sociedades sobre pymes.
Cada año, la organización progubernamental Intermón Oxfam publica varios informes abiertamente anticapitalistas en los que, acaso con la mejor de las intenciones, aboga por multiplicar el intervencionismo estatal: más impuestos, más regulaciones y más burocratización de la sociedad. Su última prédica, presentada este mismo jueves, constituye un ataque frontal contra los paraísos fiscales. Según Oxfam, ellos son uno de los responsables de gran parte de casi todos los males que padecemos: los recortes, la desigualdad o el infradesarrollo del Tercer Mundo.
Los datos que ofrece Oxfam acerca de nuestro país parecen ciertamente inquietantes: la inversión española en paraísos fiscales se multiplicó por cuatro con respecto a 2015, llegando a representar una cuarta parte de toda nuestra inversión… más de lo destinado al conjunto de América Latina. Uno no puede más que plantearse cuánto podríamos mejorar socialmente si todo ese dineral se quedara dentro de nuestro país y contribuyera a la generación interna de riqueza. Mas, como suele suceder, una vez profundizamos un poco en el asunto, los datos están muy lejos de decir aquello que Intermón Oxfam pretende que digan.
Primero, la definición que adopta Oxfam de paraíso fiscal es un tanto laxa: a su juicio, paraíso fiscal es todo aquel país con tributos muy bajos, especialmente para la inversión extranjera. Merced a esta definición, pues, entran en esta categoría países como Holanda, Irlanda o Luxemburgo, que no reciben semejante calificación ni por parte del Gobierno de España, ni de la Comisión Europea, ni del Parlamento Europeo ni tampoco de la OCDE.
Segundo, cuando Intermón Oxfam sostiene que los paraísos fiscales concentran una cuarta parte de toda la inversión española, se está refiriendo a la inversión (directa) de España en el extranjero. No es que una cuarta parte de todo el capital que anualmente invierten los españoles termine en paraísos fiscales: es que una cuarta parte de las inversiones que efectúan los españoles en el extranjero termina en lo que Oxfam califica como paraísos fiscales. La diferencia no es chiquita: la inversión de España en el extranjero en 2016 fue, según los datos del Ministerio de Economía en los que se basa Oxfam, de 40.910 millones de euros; en cambio, la economía española invirtió internamente 227.000 millones de euros ese mismo año. La inversión española en paraísos fiscales fue, según Oxfam, de 9.544 millones de euros, es decir, el 23,3% de la inversión extranjera, pero solo el 4,2% de la inversión interior (y el 0,85% de nuestro PIB).
Tercero, es tramposo mencionar que la inversión española en el listado de paraísos fiscales de Oxfam se ha multiplicado por cuatro en 2016 frente a 2015 sin mencionar que, en 2015, había caído a la cuarta parte con respecto a 2014. Es decir, en 2016 solo regresó a los niveles de 2014. De hecho, en 2016, la inversión española en estos países seguía por debajo del nivel alcanzado en 2010 y era un 62% menor que la de 2007. ¿Por qué Oxfam nos oculta esta información? ¿Acaso trata de sugerir que se está produciendo un (inexistente) crecimiento exponencial de la inversión hacia estos países?
Cuarto, el 87% de los 9.544 millones que España invierte en paraísos fiscalesva a parar a tres países europeos: Irlanda, Holanda y Luxemburgo. Otros países a los que Oxfam califica de “los paraísos fiscales más agresivos” —Bermudas, Islas Caimán, Suiza, Singapur, Curazao, Hong Kong, Chipre, Bahamas, Jersey, Barbados, Mauricio e Islas Vírgenes Británicas— apenas recibieron inversión española alguna: en 2016, España invirtió 10,7 millones de euros en las Caimán, 56,1 millones en Suiza, seis millones en Singapur, 17,7 millones en Hong Kong, cinco millones en Chipre, cinco millones en Las Bahamas, 11,4 millones en Jersey, 25 millones en Mauricio, 2,8 millones en las Islas Vírgenes Británicas y… 30.000 euros (sí, 30.000 euros) en Curazao.
Quinto, aunque España invirtió 8.268 millones de euros en Irlanda, Holanda y Luxemburgo durante 2016, estos tres países invirtieron 12.278 millones de euros en España: dicho de otra forma, el saldo neto de los movimientos internacionales de capital favoreció a nuestro país. El tejido empresarial español no se descapitaliza en favor de los paraísos fiscales, sino al contrario: se está capitalizando merced a los flujos de inversión que proceden desde los paraísos fiscales.
Sexto, ¿cuánta recaudación pierde el fisco español como consecuencia de los paraísos fiscales? Intermón Oxfam da a entender en su informe que estos ordenamientos jurídicos son en gran medida responsables de que los ingresos por impuesto sobre sociedades hayan descendido en 23.145 millones de euros desde 2007. Nada más lejos de la realidad. De acuerdo con los datos del Ministerio de Economía (en los que, recordemos, Oxfam fundamenta su análisis), la inversión acumulada en lo que Oxfam denomina paraísos fiscales asciende a 80.000 millones de euros. Si tomáramos los datos de Gabriel Zucman, podríamos inflar esa cifra hasta los 120.000 millones de euros.
Asumamos que estas inversiones logran una generosa tasa de rentabilidad del 5% sobre el capital invertido: en tal caso, los beneficios de las inversiones en paraísos fiscales oscilarán entre los 4.000 y los 6.000 millones de euros anuales. Si a estos beneficios les aplicáramos un tipo impositivo del 25%, la recaudación extra que lograría la Hacienda española rondaría los 1.000 o 1.500 millones de euros (alrededor del 0,1% de nuestro PIB). Nada que ver, pues, con la cifra de 23.000 millones que llega a deslizar Oxfam. Y, en realidad, la pérdida real es muy inferior a esa: a la postre, en este cálculo no estamos tomando en consideración los impuestos recaudados sobre las inversiones realizadas por los paraísos fiscales en España (las cuales, como hemos visto, son superiores a las realizadas por España en los paraísos fiscales).
En definitiva, la narrativa creada por Oxfam para responsabilizar a los paraísos fiscales de los recortes o de la desigualdad en España no tiene absolutamente ningún fundamento. Es pura propaganda anticapitalista. Ahora bien, ¿debería importarnos en algo que está organización progubernamental cargue contra los paraísos fiscales? ¿Qué relevancia puede tener que se los denoste aun cuando sea mediante trampas y mentiras? La crítica a los paraísos fiscales es solo el caballo de Troya propagandístico para justificar una multiplicación de la losa tributaria que pesa sobre todos los ciudadanos.
Desde Oxfam no se cansan de repetir que la presión fiscal en España se halla por debajo de la media de la eurozona y que ese diferencial es atribuible a la baja fiscalidad que recae sobre las grandes empresas (por culpa de los paraísos fiscales). Falso: la brecha de recaudación se debe a la menor tributación indirecta y a la menor tributación directa sobre los perceptores de transferencias estatales. Se nos coloca por delante la irreal zanahoria de los paraísos fiscales para que luego no nos quejemos cuando nos arreen con el palo de las subidas de IVA, de IRPF y de sociedades sobre pymes. Los paraísos fiscales son la cortina de humo para el expolio tributario doméstico.