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Libertad verdadera

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No tuvo suficiente con la tierra y el viento y ahora acude a un acto religioso a darle la vuelta a las palabras de San Juan. La libertad os hará verdaderos, ha ido a decir a Washington. En su caso, la libertad le ha hecho un verdadero botarate, porque más allá del juego de palabras no se adivina ni verdad ni libertad en sus palabras. Me sugería un gran escritor este mismo jueves que Zapatero busca esculpir una frase en mármol para que luego la recuperasen los historiadores. Pero su ingenio sólo le da para rotularlas en cartón. Cuatro gotas de realidad, y sus palabras se corrompen al momento.

No quiere ello decir que no debamos prestarle atención. Al fin y al cabo tiene mucha influencia sobre nuestras vidas; demasiada. Pero en su caso hay que ser todo un experto para separar el grano de la paja. ¿Que la libertad es buena porque “nos permite a cada cual mirar a la cara al destino y buscar la propia verdad”? Paja. Porque él tiene impresa en su alma la idea de que la libertad procede del poder y que él nos debe guiar por el camino verdadero. De ahí Educación para la Ciudadanía. ¿Que dice "Cuando firmas una ley puedes hacer más libre a la gente"?, grano, porque coincide con su idea de la libertad: seguir los designios de su moral y abandonar los esquemas que a su juicio ya no valen. ¿La tierra pertenece al viento? Paja. ¿"La identidad personal no es cómo uno se ve a sí mismo sino cómo te ven los demás"?, grano. Para él no hay autenticidad en la persona y por tanto no hay verdadera libertad.

Libertad verdadera. ¿Qué es eso? Muchos de los pensadores más eximios le han intentado dar una respuesta cierta, relevante, que se adapte a la experiencia del hombre en sociedad. A mí la definición que me convence es la que la contrapone a la coacción, es decir, al ejercicio o la amenaza del uso de la violencia física. Si hay coacción no hay libertad, y viceversa. Y diré que de todos los criterios con que podamos juzgar a Rodríguez Zapatero o a cualquier otro político, éste, el de la libertad verdadera, me parece el más excelso.

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