O así era antes. Gracias a la nunca suficientemente ponderada acción cultural de la SGAE, ahora todas ellas son un clamor en contra de la voracidad recaudatoria de la asociación de Teddy Bautista.
Decían que la SGAE lo que tenía era un problema de imagen, y vaya que así es. Pero sin duda es un problema que se han creado ellos solos. Entiéndanme; ninguna institución privada que tenga la capacidad legal de cobrar un impuesto será nunca demasiado popular. Pero las Cámaras de Comercio, por poner un ejemplo, no parecen recibir tantas iras de la plebe, es decir, de quienes pagamos a la casta dominante de políticos, sindicalistas, subvencionados y demás gente que vive a costa del prójimo. Quizá sea porque no se dedican a llevar a los tribunales a quienes los critican o porque no se dedican a intentar ampliar aún más sus privilegios, qué sé yo.
Así las cosas, ni siquiera se le da la razón cuando podría incluso tenerla. Parece que el alcalde de Zalamea –el de ahora, del PSOE, no el de Calderón– no dijo toda la verdad sobre que la SGAE le quisiera cobrar entre 12.000 y 14.000 euros por representar una obra cuyo autor murió en 1681, mucho antes incluso de que Bautista empezara a presidir la Santa y Gloriosa Asociación de Ética. En realidad, le quieren cobrar eso en total por todas las actividades culturales del consistorio, sí, pero sólo 95 euros por la obra en cuestión, debido a que usan una adaptación y no el libreto original, que debió pasar al dominio público antes incluso de que ese concepto existiera en nuestras leyes.
No obstante, aunque su relación con la verdad haya sido más bien infiel, el alcalde de Zalamea ha logrado inflamar los ánimos de Fuente Obejuna y Olmedo, que también sufren en sus carnes de la voracidad recaudatoria de las celestinas de la compensación por copia privada. De golpe y porrazo se han encontrado facturas de 31.000 y 6.000 euros, respectivamente, de los que una parte considerable –11.600 y 1.200 machacantes– se corresponde a los derechos por representar Fuenteovejuna y El caballero de Olmedo. Lope de Vega debe estar frotándose las manos en su tumba, si es que aún queda en ella algo a lo que se pueda llamar mano. Se va a forrar. Bueno, alguien va a hacerlo al menos. Muchos sospechan quién.
El caso es que, en estos tiempos de crisis, los inspectores de la Sagrada y Generosa Alianza de Exactores han decidido hacerles unas cuantas auditorías a otros tantos ayuntamientos para que paguen la parte que han dejado de recaudar por otros conceptos. Y nadie dentro de esa organización preclara e inteligentísima –pues se trata de nuestras gentes de la cultura, nada menos– ha pensado que quizá no sería muy conveniente para esa imagen que taaaanto nos estamos esforzando por limpiar centrarse en consistorios tan señalados.
Eso sí, luego el PP no llevará en su programa electoral la eliminación de estas canonjías. País.