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Los cuentos de los lecheros

Publicado en Libertad Digital

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Resultaba algo extraño que en una unión económica los gobernantes planificaran un sector para intentar que cada país fuera autosuficiente y su producción lechera no excediera su demanda: temían el descenso de los precios que provocaría una presunta sobreproducción (normal cuando se subvenciona un sector), y decidieron pensar más en los productores que en los consumidores, que no tienen tractores ni rebaños con los que bloquear las carreteras.

La cuota asignada a España fue inicialmente baja e insuficiente porque los ganaderos aparentemente ocultaron la producción real… ¡para no pagar impuestos! Unos auténticos liberales opuestos al Estado, estos bravos campesinos. Querían producir más, tal vez para demostrarles a los franceses que no necesitamos que nos amamanten. Así que el gobierno español ha pedido que se incrementara la cuota, y la Comisión Europea, aplicando un criterio de justicia como la equidad, se lo ha concedido… a todos los países miembros. Tal vez el Ministerio de Agricultura no entendió la jugada: se trataba de obtener algún privilegio y de mantener las restricciones a la competencia, no de liberalizar el sector: según Gaspar Anabitarte, responsable del Sector Lácteo de la COAG, "el Gobierno metió la pata. Nunca se debería haber aprobado esa medida. Es una barbaridad".

Y es que en España el ganadero tiene una vaca lechera que no es una vaca cualquiera. Es una vaca con aspiraciones de inmortalidad y prosperidad económica garantizada por el Estado. La demanda de los consumidores no importa; si la competencia lo hace mejor, peor para ella. El sector lechero español quiere tener derecho a existir a costa de los demás, porque ¡es la leche! Si el coste de producción es superior a los precios de venta no se les ocurre buscar otra ocupación más beneficiosa para ellos mismos y sus semejantes. "El sector lechero es importantísimo de mantener, dado que es la única industria en ciertas zonas". Tal vez es la única industria por la dependencia que crean el proteccionismo y las subvenciones, que matan la empresarialidad.

"Permitir que se vengan abajo los pequeños productores en un nuevo escenario, en el cual no podrán competir ante la descalabrada producción de mega productores, supone una condena de muerte para ciertas zonas, en Galicia, en la cordillera Cantábrica, Navarra… incluso en Cataluña". O sea que son incompetentes pero tenemos que apiadarnos de ellos, pobrecitos, porque son pequeños, como los niños, y se van a morir (no será de hambre o sed, claro, antes se comerán las vacas…), no sólo ellos sino toda su región, y compiten contra abusones "descalabrados", todo un escándalo.

La vaca no es tan mansa como la pintan dado el lenguaje bélico de estos vaqueros. Adoración Llorente, técnico del sector lácteo de ASAJA asegura que "Francia va a intentar tomar nuestro mercado". Román Santalla, secretario de Ganadería de la UPA, afirma que "no podemos permitir que Francia nos invada".

Según Santalla "esta liberalización es equívoca porque no se ajusta a las realidades económicas del momento, y del futuro. Es demasiado firme, intenta definir una situación que naturalmente está por definir". ¿Liberalización "equívoca"? ¿Liberalización "demasiado firme"? ¿Liberalización que define situaciones? Tan acostumbrados a tener a sus rebaños domesticados y cautivos, no acaban de entender lo que es la libertad. Reclama "más apoyo del Gobierno, necesitamos que determine ayudas firmes, que evite que se imponga la ley de la selva". Porque en la selva las fieras se comen a las vacas, claro.

Anabitarte aclara que es el sector lácteo, pero en realidad estamos hablando de pasta: "Los ganaderos no quieren más leche, sino mejores remuneraciones. Con más leche, menos precio. Queremos mantener las cuotas –u otro tipo de regulación– para tener un equilibrio entre oferta y demanda". Pero no un "equilibrio" cualquiera donde precio y cantidad se ajustan mediante las interacciones libres y voluntarias de productores y consumidores. Ellos quieren un "equilibrio" a un precio más alto, sin el engorro de que los productores marginalmente menos competentes desaparezcan.

Albert Massot, profesor de la Universidad de Barcelona y administrador de estudios parlamentarios de Agricultura del Parlamento Europeo, recalca que "las cuotas son un mecanismo de control de producción, administrativo. Lo bueno sería que fueran autorregulados, pero falta unión entre los ganaderos españoles. Siguen viendo al vecino como el enemigo, y esta división les saldrá caro". Las cuotas son un mecanismo coactivo, y la unión entre ganaderos que se propone probablemente llamaría la atención del comisario de competencia.

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