Son políticos como Inma Mayol, que apoya abiertamente la okupación y mantiene a la vez tres viviendas en España. Entre ella y su pareja, Joan Saura, además ingresan 18.000 euros al mes (más o menos el sueldo bruto anual de un mileurista) sin contar dietas ni los servicios que reciben gratuitamente debido a su cargo y que pagan todos los catalanes, no ellos.
El president, José Montilla, también parece poco fiel a su ideología marxista de juventud. Ahora vive en una lujosa casa del municipio de San Justo Desvern, donde es difícil ver a ningún pobre. Situado a escasos kilómetros de Barcelona, es un pequeño paraíso cerca de la capital catalana. Allí no hay ni un okupa, pero sí una seguridad abundante rodeando su casa. Él no tiene los problemas de inseguridad ciudadana que sufren el resto de catalanes.
Jordi Portabella, teniente de alcalde de Barcelona, ya tiene un plan para los okupas: llegar a un acuerdo para que éstos paguen una "cantidad simbólica" a los propietarios reales. De paso, no ha dudado en insultar y amenazar a los catalanes honrados que tienen propiedades: "las viviendas cerradas deben pagar un canon muy elevado por el grado de incivismo que representa tener pisos cerrados". Se ve que lo que deben hacer los propietarios es dejarlos abiertos para que los okupas no se cansen demasiado echando la puerta abajo. Ya sabe, si tiene una casita heredada de su familia a la que acude en verano es un incívico, algo así como un terrorista ciudadano. Y en Barcelona debe haber muchos, pues el año pasado el ayuntamiento puso 54.000 multas, 147 al día, sólo por ser "incívicos", ingresando 450.000 euros. No se los gastará en pisos para los jóvenes.
Los políticos antisistema viven muy bien para estar contra el sistema. No viajan en autobús ni metro, tienen coches oficiales con aire acondicionado, seguridad todo el día, viven en lujosas casas y apartamentos, muchos llevan sus hijos a colegios privados, tienen sueldos y complementos que les permiten toda clase de lujos e incluso van a comer a uno de los restaurantes más caros de España en helicóptero. Y eso sin mencionar otros posibles ingresos como los derivados de la corrupción, el tres por ciento y vaya usted a saber. Ciertamente, se ve que para ellos algunos son más iguales que otros.
Aparte de la evidente hipocresía y desprecio hacia el ciudadano honrado por parte de esta gente, podemos sacar otra conclusión. Los políticos, al no ser directamente responsables de sus acciones, estar fuera de sus leyes y tener capacidad de mando absoluto sobre sus súbditos, a los que llaman ciudadanos, pueden tomar y toman las medidas de moda más antisociales, convirtiéndose en el primer enemigo real del hombre libre. La política no tiene ningún derecho ético ni moral a meterse en nuestras vidas en nombre del bien común ni para "arreglar" problemas que los propios gobernantes han creado como el de la vivienda, los okupas o la inseguridad ciudadana.
Pisos que no pueden superar más de cinco plantas, leyes sobre el suelo que parecen hechas por un señor feudal, regulaciones e impuestos son los problemas reales de la vivienda. Leyes que promocionan el vandalismo callejero (Inma Mayol tal vez lo llame "cultura") y una justicia que desprecia tanto la propiedad privada como la defensa legítima del ciudadano dan como resultado que los okupas vengan en tropel a Barcelona. Una justicia basada en el control estatal, el desarme civil y el desprecio gubernamental hacia la propiedad privada es lo que crea la inseguridad ciudadana. Ningún político antisistema, que vive como el más rico de los capitalistas, ha de entrar en nuestras vidas como si fuera suya, porque todas las calamidades que creen las pagaremos nosotros, siempre.