El Gobierno no quiere bajarse de la burra a pesar de que la burra ni anda ni hay visos de que vaya a hacerlo algún día. La economía volverá a crecer en 2014 clama Rajoy en el desierto de la desesperanza. Ha dicho 2014 como podría decir 2015, 2016 o 2045. La economía, obviamente, volverá a crecer algún día, pero ese día no se avizora cercano. No existe un solo indicador que invite al optimismo. Hasta hace un par de meses el Gobierno se agarraba como a un clavo ardiendo a las exportaciones, pero, ay, se han desinflado.
España exporta sí, pero básicamente a los socios comunitarios de la Unión Europea. En 2012 el principal mercado de exportación fue Francia, luego, a mucha distancia Alemania, seguido por Italia, Portugal y el Reino Unido. Con la excepción de Alemania el resto de mercados están en recesión, en algunos casos profunda como Portugal y en otros camino del desolladero como Francia. No hace falta ser un lince para intuir que, o se empieza a exportar a otros países, o los clientes actuales cada vez van a tener menos recursos con los que adquirir bienes y servicios a las empresas españolas.
Porque son las empresas y no el Gobierno las que exportan, empresas literalmente machacadas a impuestos cuyo único consuelo es un marco de relaciones laborales ligeramente más flexible que el que había hace año y medio. Para un viaje tan corto no hacía falta semejante equipaje fiscal. Lo que hemos ganado de competitividad gracias a un sector privado que, vía devaluación interna, se ha vuelto extremadamente productivo, lo hemos perdido a un tiempo por culpa de la fiebre recaudadora del odioso y odiado Montoro, el más nefasto ministro que ha padecido España desde el falangista Girón de Velasco y su asocial política de incrementos salariales por el artículo 33.
Al margen del placebo de la exportación, en todo lo demás España va mal y es muy posible que, visto lo visto, vaya a ir peor. El mercado laboral no levanta cabeza. Tal vez las cifras de desempleo bajen, pero no porque se estén generando puestos de trabajo fruto de la inversión privada, sino porque los parados ya ni se inscriben en las listas del SEPE. Esto, claro, la propaganda gubernamental se cuida muy mucho de decirlo. Hay que apuntalar a cualquier coste el mantra de la recuperación para el futuro cercano, a unos seis meses vista, siempre a seis meses vista.
Ni las agencias de calificación, ni los inversores internacionales, ni nuestros acreedores ni nadie a excepción del politiquerío de Bruselas se cree el cuento del Gobierno. Fiarse de un país incapaz de generar un solo empleo en cinco años es tan arriesgado que son más los que salen que los que se quedan. Y no sólo los trabajadores. Esta semana, sin ir más lejos, Darty, una cadena de tiendas de electrodomésticos con 43 establecimientos repartidos por todo el país ha anunciado que hace las maletas. Ni son los primeros ni serán los últimos. La España de Rajoy, continuación natural en el tiempo de la España de Zapatero, no da más de sí. Es un país diseñado institucionalmente para subsistir únicamente en tiempo de burbujas y recaudaciones extraordinarias del mismo modo que el imperio de los Austrias pervivió mientras el oro y la plata americanos llegaban puntualmente a Sevilla.
Sólo nos queda confiar en la Providencia y sus milagros. En eso mismo están los que mandan y así permanecerán mientras sigan mandando.