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Macron vs Le Pen: ¿y ahora qué?

Publicado en Libertad Digital

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Para cambiar la economía, las instituciones galas o las relaciones de Francia con la UE hace falta controlar el legislativo.

«Las bolsas europeas, disparadas ante la posible llegada de Macron al Elíseo». Así titulaba la agencia EFE su comentario bursátil a media mañana de este lunes. Y es que a las 12:00 del mediodía, los grandes mercados del Viejo Continente subían con fuerza, con mejoras que oscilaban entre el 3 y el 5%. De París a Fráncfort pasando por Milán o Madrid, los inversores respiraban tras los resultados de las Presidenciales francesas. No fue algo pasajero. Al cierre de los mercados, las ganancias se consolidaban. La victoria del candidato de En Marche! se celebraba en los parqués europeos.

Casi todo había salido bien. No es que guste que Marine Le Pen haya pasado a la segunda vuelta, pero eso se daba por supuesto desde hace meses. Y si asumimos esto, que haya sido la segunda más votada y no la primera como se había temido. Que Emmanuel Macron le saque más de dos puntos y medio. Que las encuestas ofrezcan una diferencia de entre 20 y 25 puntos a favor del candidato centrista para la segunda vuelta. Todo parece preparado para que el candidato más europeísta y más liberal que se recuerda en las últimas dos décadas se convierta en el próximo presidente de Francia a partir del próximo 7 de mayo.

Por eso, al menos a corto plazo parece evidente que la victoria de Macron es un alivio político y económico. La UE vive en estos años uno de sus momentos más delicados. Nadie estaba preparado para un Frexit tras el Brexit. Las elecciones alemanas están a la vuelta de la esquina: tanto si el vencedor es Martin Schulz como si es Angela Merkel, el corazón de la Unión tendrá a los mandos el binomio más europeísta desde la caída del Muro de Berlín.

¿Todo controlado? ¿O no? Lo cierto es que quedan muchas cuestiones que no acaban de estar resueltas y que tampoco lo estarán dentro de quince días, cuando haya un ganador en la segunda vuelta. Y no sólo en el muy improbable escenario de una victoria de Marine Le Pen. Eso se descuenta que no ocurrirá (de hecho, como salte la sorpresa el terremoto en los mercados sí que puede ser de aúpa). Es que incluso una victoria clara de Macron deja demasiadas incógnitas. Leyendo los análisis que las firmas de inversión han ido publicando en los últimos días se intuye en todos ellos el mismo miedo, algo que podría traducirse como: ¿no estaremos respirando aliviados antes de tiempo? Porque sí, en el futuro inmediato las cosas estarán más tranquilas, pero ¿qué pasará después? Dentro de 20 años, ¿qué pensaremos de este 23 de abril de 2017? ¿Será el día en el que se salvó el euro y la UE o el momento en el que todo comenzó a desmoronarse?

Cuatro claves

Las siguientes son cuatro claves para intuir por dónde podría ir la respuesta a las anteriores preguntas:

– ¿Reformas? Unos días antes de las elecciones el departamento de análisis de SaxoBank publicaba un pequeño informe sobre los posibles resultados y las implicaciones de los resultados. Los autores daban por hecho que el enfrentamiento en segunda vuelta sería Le Pen vs Macron. Pero incluso así, advertían de algo muy relevante, que ha pasado casi desapercibido, al menos en España, pero que es fundamental: «Lo que realmente importa son las elecciones legislativas del 11 y 18 de junio».

En Libre Mercado lo hemos destacado en las noticias sobre los últimos días de la campaña y en la noche electoral: el presidente de la República es una figura fundamental dentro de la estructura institucional francesa. Y sí, el enfrentamiento cara a cara Le Pen-Macron generará más atención, más noticias, más morbo. Pero para cambiar la economía, las instituciones galas o las relaciones de Francia con la UE hace falta controlar el legislativo. Y eso parece fuera del alcance de los dos candidatos (hay que recordar que En Marche!, el movimiento de Macron se creó hace apenas unos meses y no tiene implantación territorial ni institucional).

Por eso, en SaxoBank advierte de que existe «el riesgo para Macron de que su presidencia sea inmovilizada por interminables negociaciones parlamentarias a izquierda y derecha (…) Esto reduciría el ritmo de las reformas y conduciría a concesiones (…) Al final, Francia podría ser ingobernable». Casi todos los analistas coinciden en que el país necesita reformas estructurales para sacar a su economía del marasmo en que se encuentra tras décadas de estancamiento, pérdida de competitividad e intervencionismo.

Macron asegura que quiere romper esas cadenas. Para un presidente en minoría y sin un partido, sería un logro heroico. Es cierto que la coyuntura económica parece que podría ayudar, pero al mismo tiempo la política y la sociedad francesas han dado muestra de una enorme capacidad de resistencia a los cambios.

– Dentro de cinco años…: Berenberg también ha sacado un pequeño informe de urgencia sobre las elecciones francesas. Los analistas de la firma alemana recuerdan algo que no es ni mucho menos tranquilizador: «Más del 45% de los franceses votaron por populistas irresponsables que quieren dejar la UE y el euro o, al menos, están jugando con esa idea». Y se quedan cortos, porque sólo suman los votos de Le Pen, Mélenchon y el gaullista Dupont-Aignan (sacó un 4,7%) y se dejan fuera a alguno de los candidatos marginales (anticapitalistas, trotskistas, UPR…). En realidad, si sumamos a todos los candidatos directamente euroescépticos estaríamos muy cerca del 50% del voto en esta primera vuelta.

Esto tiene aún más importancia si le añadimos lo que apuntábamos en el epígrafe anterior: la posibilidad de un mandato fallido para Macron por la parálisis en el Parlamento francés. Con los conservadores y los socialistas clásicos en desbandada, un fracaso del nuevo presidente podría generar un escenario muy peligroso para 2022, con Le Pen y Mélenchon dispuestos a recoger los despojos de la política tradicional. Por ejemplo, si éste último se hace con la hegemonía de la izquierda y el Partido Socialista se pasokiza (como parece cada día más probable) la posibilidad de un enfrentamiento entre los dos antisistema sería mucho más que un mal sueño.

– La amenaza de la deuda: Francia tiene una deuda pública equivalente al 96% de su PIB. Son más de 2,1 billones de euros. El déficit está en el 3,4%. El gasto público supone el 56,2% (el más elevado de todos los países desarrollados). Y los impuestos están entre los más altos de la UE en todas las figuras tributarias. En resumen, sea quien sea el presidente tiene muy poco margen de acción, un enorme lastre que quitarse de encima y mucho riesgo a su alrededor.

Evidentemente, la garantía de que el Estado francés hará frente a sus compromisos y no se embarcará en alocadas aventuras tiene que ir más allá de 2022. Ahora puede que todo el mundo esté calmado con la victoria de Macron, pero qué pasaría si su presidencia empieza a embarrarse y las encuestas comienzan a dar a Le Pen y Mélenchon como favoritos para la siguiente cita electoral. Es una hipótesis, pero no es nada descabellada. Y si eso ocurre, podría dar lugar a un círculo vicioso de los que tienen muy complicada salida:

Macron no puede hacer reformas y la economía se ralentiza–Le Pen y Mélenchon crecen en los sondeos–Se disparan los costes de la deuda y los asociados al riesgo de una ruptura del euro, dentro y fuera de Francia–Y eso hace que las cifras económicas empeoren aún más…

También es cierto que podría pasar lo contrario: la economía comienza a crecer, Le Pen y Mélenchon se desvanecen en los sondeos, los costes para el Estado francés bajan, el resto de la Eurozona se sube al carro de la prosperidad y todo se hace más fácil para que el nuevo presidente acometa sus reformas. ¿Cuál de los dos escenarios es más probable?

– El factor exterior: uno de los grandes problemas de Macron es que su Presidencia puede depender en buena parte de algo que no controla. Lo que ocurra en el resto de la UE y la Eurozona determinará también el destino del nuevo presidente. Una nueva crisis de deuda como la de 2012 acabará con cualquier esperanza reformista y presionará las finanzas públicas. Resultados electorales negativos en las convocatorias que están por venir en Alemania o Italia pueden tener consecuencias inesperadas. Y está el factor Brexit, que no se sabe cómo se resolverá. En Grecia las cosas distan mucho de estar claras. Demasiados frentes abiertos para una moneda única a medio construir.

No es extraño que el análisis post-electoral de Goldman Sachs (recogido aquí por Zero Hedge) se cierre de la siguiente manera: «Una reacción de los mercados persistente y positiva dependerá de otros factores (…) La incertidumbre política y la amenaza de una ruptura de la Eurozona permanecen como un riesgo latente que es probable que vuelva a resurgir de nuevo. El nuevo punto de máxima presión llegará con las elecciones italianas que tendrán lugar en el primer trimestre de 2018».

En la misma línea, The New York Times advierte este lunes que ni mucho menos se han evaporado los riesgos en la Eurozona. Entre otros, el periódico estadounidense cita a Jacob Kirkegaard, analista del The Peterson Institute for International Economics en Washington, que recuerda que «la Eurozona es ahora mismo como una casa a medio construir. Mientras esto siga siendo así, cada vez más inversores van a tener más dudas existenciales sobre el futuro del euro».

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