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Más allá de la moción de censura… vienen curvas

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El sector exterior seguirá tirando de la economía, pero no podemos ignorar la muy evidente ralentización de la Eurozona.

“The nearer your destination the more you’re slip-sliding away” Paul Simon

Durante la moción de censura, Margarita Roblesanunciaba que “el nuevo gobierno seguirá el modelo de Zapatero”.

Nadie puede echar la culpa de los males de países como España –o Italia- a nadie más que a nosotros mismos.

El error de nuestro país, y del resto de la Unión Europea, en estos años ha sido abandonar el impulso reformista ante el miedo al avance del populismo. Y al populismo no se le combate blanqueándolo. No es de extrañar que el coste de asegurar el impago de la deuda se haya multiplicado en España, Italia y Portugal.

El ciudadano medio percibe que si hay ingentes cantidades de dinero para gastar un 13% más que en 2007, como en España, ¿cómo no va a haber para gastar el doble? Lo que no quiere entender el ciudadano medio es que no, no hay dinero para gastar un 13% más que en el máximo de la burbuja.

Recordemos que, como comentamos en esta columna, llevamos con presupuestos expansivos desde 2008. El déficit acumulado desde la mal llamada “crisis” -el pinchazo de la burbuja de gasto- supera los 759.114 millones de euros. No hemos visto nada más que presupuestos expansivos. La deuda en términos relativos lleva cayendo desde el 2014 hasta el 98,3% del PIB en 2017, gracias al crecimiento, no por el menor gasto.

Todo el compromiso de estabilidad presupuestaria está basado en unas mayores expectativas de crecimiento. De momento, un 3% anualizado confirma esa tendencia, pero no podemos olvidar la fragilidad del crecimiento.

El aumento de gastos de los presupuestos y el compromiso de déficit también se sustentan en una bajada del coste de la deuda que contrasta con el aumento del coste de asegurar el impago. Ya ha avisado el Banco Central Europeo que no tienen herramientas ni posibilidad de solventar crisis políticas y nos enfrentamos a muy importantes vencimientos que habrá que refinanciar con un gobierno de minorías.

El riesgo ya estaba en la mente de muchos. En los meses de marzo y abril la banca española redujo sus posiciones en deuda española en 18.500 millones (12.700 en abril y 5.800 en marzo según el BCE y Jefferies).

Lo más peligroso es que, en todos estos episodios, el Banco Central Europeo actúa de manera agresiva comprando deuda y da una sensación de estabilidad artificial. Pero, sea vía seguros de impago o bolsa, lo que es incuestionable es que la época del dinero barato se ha acabado. Todavía peor, si el BCE mantiene más allá de su fecha de caducidad las recompras de bonos es la receta del estancamiento. Los gobiernos se olvidan de la prudencia, y el efecto desplazamiento del sector público acaparando crédito, se dispara.

Preocupa de manera muy importante que en estos meses y, particularmente durante esta semana, haya sido el BCE casi el único comprador neto de deuda española. La prima de riesgo de España, Portugal o Italia están artificialmente comprimidas por esas recompras, y nadie sabe dónde estarían si el Banco Central Europeo no mantuviese un exceso monetario de tal calibre. Recordemos que en el máximo del QE (expansión cuantitativa de EEUU) la Reserva Federal nunca llegó a comprar el 100% de las emisiones de deuda, y que en Europa, hoy, el BCE supone varias veces las cantidades netas emitidas.

No sabemos cuál sería la prima de riesgo si el BCE no hubiera intervenido, pero sabemos que, a pesar de su intervención masiva, se dispararon. Señal de alarma. Porque se acerca el fin de esa política.

Entre 2018 y 2022 tenemos vencimientos por más de 320.000 millones de euros y un ajuste de unos 15.000 millones en 2018 que fiamos completamente a la generación de mayores ingresos. Esto es importante, porque se añade a que el impulso crediticio tanto en España como en el resto de Europa ya está dando señales negativas.

La creación de empleo depende totalmente de las pymes y autónomos, y si se deroga la reforma laboral y suben las cuotas, es posible que se ponga en riesgo la cifra de 500.000 nuevos empleos en 2018.

El sector exterior seguirá tirando de la economía, pero no podemos ignorar la muy evidente ralentización de la Eurozona cuando nuestro principal socio comercial es Francia. Y tampoco podemos olvidar que la parada en seco de los mercados emergentes es más que una preocupación. A Argentina, Turquía y Brasil se añade México, que se enfrenta a un posible gobierno populista y un problema fiscal y comercial muy relevante.

Es peligroso pensar que es momento de entrar en mayores desequilibrios cuando los tres factores principales que cuadran los presupuestos (mayor crecimiento, ingresos muy superiores, menores costes de deuda) están, como mínimo, en duda. Si ya lo estaban hace una semana, cuando se aprobaron los presupuestos, no podemos ignorar que las circunstancias se han deteriorado tanto en el exterior como en el interior.

Es una buena noticia escuchar que el nuevo gobierno mantiene su compromiso con la estabilidad presupuestaria y el presupuesto, pero no podemos olvidar que es exactamente lo contrario a lo que decían hasta hace unos días todos los que han firmado la moción de censura. Tampoco podemos olvidar que el cuadro macro de los presupuestos es, a día de hoy, muy diferente.

Veremos si un gobierno de minorías es capaz de garantizar la estabilidad que nos permita seguir el camino del crecimiento. Porque –como llevamos alertando desde hace meses- vienen curvas. Y los baches los vamos a pagar todos en más impuestos. El que se crea que la Unión Europea o el BCE van a tomar medidas preventivas para evitar que nos lancemos a otro 2008 con una sonrisa y mucha dignidad, tiene un problema de memoria.

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