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Memeces contra la libertad de expresión

Publicado en Libertad Digital

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La vida política, aunque tendría que ser las respuestas a los problemas de la vida real, no es más que el mundo de las buenas intenciones, de lo políticamente correcto, de las mentiras, de la crispación y de los cortos eslóganes casposos donde se defiende el bien común, al indefenso, al trabajador…

Esta aura que tiene la política, de servir desinteresadamente al ciudadano, ha sido siempre el mayor reclamo para atraer a cantamañanas, personas incapaces de conseguir nada en el libre mercado, estafadores, voceros y oportunistas que se unen a cualquier segmento ideológico para obtener beneficios personales. Ahora, con el nuevo modelo de financiación autonómica el Gobierno catalán aprovecha cualquier ocasión donde hay periodistas para soltar que Cataluña va a tener más dinero. El catalán medio se enorgullece del resultado porque es bueno para Cataluña.

La pregunta es: ¿quién es Cataluña y en qué se gastará este dinero? En el lenguaje político, Cataluña son los catalanes de la calle y sus empresas. Más dinero para la región, pues, es más dinero para el ciudadano. Pero en la vida real, Cataluña no es más que una oligarquía política. Un manojo de políticos populistas que usarán ese dinero para el beneficio personal y para arremeter contra aquellos que no estén alineados con el movimiento nacional catalanista. No destaca la administración catalana por su simpatía hacia la diversidad ideológica y la libertad, precisamente.

Este año, Carod Rovira (vicepresidente del Gobierno de Cataluña), gastó casi medio millón de euros del contribuyente para que algunos religiosos hablasen en catalán. Va por el mundo con 29 tarjetas de crédito (necesitará un maletín para llevarlas). En lo que lleva de legislatura se ha gastado más de medio millón de euros en viajes. Un millón de euros para apoyar las lenguas indígenas de Ecuador. La pasada legislatura dilapidó seis millones en casas regionales y deportes desconocidos.

Carod Rovira no es una excepción entre los políticos del mundo ni entre los catalanes. Todos son unos manirrotos. No es dinero que hayan ganado ellos con su esfuerzo, simplemente les cae del cielo y lo despilfarran sin ningún control ni responsabilidad.

Mientras tanto, en la vida real, la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB) ha advertido que los trabajadores recurren al "dopaje" para rendir más en el trabajo y que no les despidan. En España hay gente joven con varios empleos de baja categoría que también recurren a esos "dopantes" para llegar a final de mes. ¿Cree que algún político tiene ese nivel de estrés? No. Ir de mecenas por el mundo en plan Carod Rovira con un dinero que no es el suyo no es nada estresante.

La encuesta de este mes del CIS nos vuelve a mostrar que la economía y el desempleo son los principales quebraderos de cabeza del ciudadano. El mayor problema de la Generalitat hasta hace poco eran las bolsas de plástico porque no son ecológicas (¡Eso sí que es un drama para la economía catalana y mundial!). La solución pasará por más impuestos y prohibiciones. Para los políticos catalanes, tener muchas embajadas también es necesario para irse a dormir tranquilos cada noche, por eso destinaron 24 millones de euros a este fin.

La conclusión inevitable sólo puede ser que más dinero para el político es mayor pobreza para el ciudadano. Las regiones que más fondos reciban van a ser aquellas donde la oligarquía política va a tener más fuerza contra el hombre libre. El dinero de las personas no ha de transferirse de unos a otros para conseguir más votos o intereses personales. Ha de quedarse en el bolsillo de quien lo gana. Sacárselo es un robo. Algún día, Occidente, España y Cataluña han de salir de este dualismo entre vida real y política para darse cuenta de que esta última tiene efectos devastadores en la vida real. Desconfíe de quienes dicen trabajar para servir al ciudadano o a la nación. Sólo buscan su propio beneficio.

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