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Mercados libres, o algo así

Publicado en Libertad Digital

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La Asociación de Internautas acaba de publicar hace unos días un informe en el que detalla el proceso de liberalización de las telecomunicaciones en España. Más allá de algunos posibles errores, como indicar que lo de la energía en California ha sido un proceso liberalizador o que no se puede aplicar reglas de mercado a sectores donde no existe competencia perfecta (que son todos), los datos y las conclusiones son esclarecedoras. Se ha establecido un modelo en el que, para que surgieran nuevas operadoras y se ofreciera un aspecto de competencia, se desincentiva la inversión. Para mantenerlo, el Gobierno debería intervenir y regular cada vez más. Todo un caso modelo para la Escuela de Elección Pública.

Todos, espero, recordamos la época de Telefónica como monopolio público, cuando había que esperar meses o, incluso, años, para que te instalaran una línea y que luego, a la hora de hablar, se nos mezclaran nuestras conversaciones con las de desconocidos. Desde entonces, algo se ha mejorado. Parece que los datos indican que no se ha mejorado lo suficiente. El monopolio público no funciona y el privado tampoco. El mercado regulado, hasta el extremo de imponer precios desde el Estado, tampoco. ¿A alguien se le ha ocurrido probar con el mercado libre?

Es un riesgo y una decisión difícil. Si se diera el caso, Telefónica tendría que elegir entre subir los precios aprovechándose de su posición dominante, mantenerlos o bajarlos para eliminar competencia. En este último caso yo no me iba a quejar. Pero si se diera el primero, quizá el más probable, los precios subirían, lo que no haría mucha gracia a unos usuarios que, de vez en cuando, votan. Pero es esa subida la que crearía el incentivo necesario para la inversión de las demás operadoras, la competencia real y, finalmente, la mejora de precio y calidad para el cliente. Especialmente teniendo en cuenta que la telefonía fija tradicional ya no está sola, sino que padece la competencia de la telefonía móvil, el cable y, en un futuro cercano, de las compañías eléctricas y la tecnología wi-fi.

El problema es que no creo que nadie se atreva. Piqué, al que le quedan dos telediarios, no ha dado nunca muestras de tan extrema osadía liberal. Y entre los ministrables que se rumorean, el panorama se vislumbra estremecedor. Folgado, aquel que regañaba a los empresarios por no poner los precios que a él le parecían correctos. Ana Mato, la que aseguraba que el impulso de la telefonía móvil se debía a Birulés y no a empresas y consumidores. Quizá López Blanco, que tuvo la delicadeza de mostrarse en contra de la subvención de ordenadores, podría atreverse. Pero no creo que a un año de las elecciones lo haga nadie.

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