Pero el ordenador se ha convertido más en una terminal de una red mundial de información que en un conjunto de herramientas sin más conexión que la que tenga con el usuario. Es, para el usuario medio, la ventana a Internet. Incluso las aplicaciones migran de los intestinos del ordenador a la mágica red, que parece engullirlo todo para poder ofrecérselo a los usuarios en cualquier conexión a Internet.
Para cada nueva tecnología hay algún empresario que tiene una visión que supera la de los demás y Google, con su sencillez y eficacia, ha entendido Internet a la perfección, y nos acerca sus contenidos sin límites en un breve intercambio con el teclado. Su preeminencia deja poco espacio a los competidores, de los cuales Yahoo es el más importante.
En el mercado de buscadores el tamaño es parte del atractivo del producto y, para Microsoft, Yahoo es la oportunidad de hacerle sombra de verdad a la creación de Page y Brin. Ha aprovechado un momento de debilidad de la compañía para lanzar a sus dueños una oferta sustanciosa, aunque notablemente menor de lo que estuvo dispuesta a pagar hace sólo un año. Se abre una negociación que podría dejar los 31 dólares por acción que ofrece ahora hasta los 43 que, según recogía The Financial Times, estuvo dispuesta a pagar Microsoft.
El tamaño cuenta, sí, pero no le servirá de mucho a la empresa de Gates si no va acompañado de una verdadera transformación de la empresa y del producto. Su posición privilegiada en el mercado de las aplicaciones le ha permitido caer en ciertos hábitos malos que tendrá que dejar atrás si quiere ganarse el favor de los usuarios. O incluso si no quiere perder los que ya tiene Yahoo.
Entender al usuario, identificarse con él y adelantarse a sus deseos. No hay camino alternativo al éxito en el mercado.