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Microsoft y otros monopolios

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El favorito de los últimos años es Microsoft. La Comisión Europea lleva más de una década queriéndole obligar a convertir a sus competidores en piratas industriales, y que accedan a sus códigos. La lucha contra la empresa por las autoridades estadounidenses ha sido un tanto menos fascista, pero por ahí le anda. Y todo porque la empresa ha colocado un producto que ha obtenido un éxito evidente haciendo funcionar los ordenadores. También se le acusa de monopolio por incluir entre los programas del sistema operativo su propio explorador. Pero Microsoft siempre ha tenido competencia en Apple, y el reinado de Internet Explorer decae ante el empuje de otros, que están a unos pocos clics de distancia.

Ahora es Google, nada menos, quien lanza un ataque al corazón del negocio de Gates, con un nuevo sistema operativo, gratuito como los servicios más populares de la compañía: Chrome OS. No sólo es un producto alternativo, sino que es una forma distinta de disfrutar de él: lo utilizaremos vía internet y será nuestra forma de relacionarnos con la red y con otros programas. Como sugiere Daniel, este anuncio desmonta gran parte de las justificaciones de las autoridades antimonopolio. Por supuesto que esta alternativa no procede de los despachos de Bruselas o Washington. No son ellos los que luchan contra la posición preeminente de una empresa sino el esfuerzo de otras por ganarse el favor de los consumidores.

Mientras es el mercado el que socava a diario lo que los políticos llaman "monopolio", las autoridades "antimonopolio" no miran a izquierda y derecha, en el mismo sector público, para acabar con los que merecen ese nombre oprobioso.

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