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Microsoft, Yahoo y el santo temor a Google

Publicado en Libertad Digital

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Vamos, que si todos los españoles nos pusiéramos de acuerdo en comprar Yahoo por ese precio, nos saldría a unos 666 euros por cabeza. Por favor, guárdense todos los chistes que sé que se les acaban de ocurrir con Bill Gates como protagonista. Son ustedes muy malos.

Segundo, porque aunque todo saliera como desea Microsoft, antes de final de año no habría acabado el proceso de compra, y a partir de ahí tendríamos el follón de la integración entre ambas empresas para que pudieran tener lugar las sinergias que asegura la empresa de Redmond que les ahorrarían 1.000 millones de dólares al año. Habría que ver qué sucede con los servicios equivalentes de ambas empresas, desde el correo electrónico a la mensajería instantánea. De hecho, precisamente en estos dos ámbitos las autoridades estadounidenses antimonopolio igual deciden que tienen algo que decir, pues tienen la fea costumbre de considerar monopolio a quien tiene mucho éxito, por más que lo que ofrezcan sea gratis, las alternativas de sus competidores también y cualquiera pueda cambiarse de proveedor con un simple click.

Además, mientras que Yahoo es una empresa de internet, Microsoft no. Toda su cultura empresarial y toda su directiva está moldeada bajo el esquema que le ha procurado éxito y fortuna: la venta de software. Algo bastante incompatible con internet, que funciona en general regalando servicios y ganando dinero con publicidad. Que tengan éxito en su empeño, que no es otro que desafiar la primacía de Google ("El mercado de la publicidad online está cada vez más dominado por un solo jugador. Juntos, Microsoft y Yahoo pueden ofrecer una alternativa competitiva", decía la carta de Ballmer anunciando la oferta), depende no sólo de que tengan éxito integrando los servicios integrables y respetando a los usuarios tanto de una empresa como de la otra. Depende, sobre todo, de que Microsoft no se limite a comprar Yahoo sino que adopte la filosofía de ésta, al menos en lo que a internet se refiere. Una buena manera de evaluar este punto, si la operación llega a buen puerto, será ver si Yahoo es obligado a abandonar el software libre que emplea en sus servidores para sustituirlo por el de Microsoft.

Por otro lado, tenemos la posibilidad de que otros compradores quieran meterse en la subasta. Se habla de Murdoch y de AOL-Time Warner. Pero el sobreprecio del 60%, y la gran reserva de dinero en efectivo de Microsoft (21.000 millones de dólares al cierre de 2007), casi garantiza que aun en el supuesto de que entraran, lo único que conseguirán será elevar el precio. Lo cual, por cierto, sería una muy buena razón para hacer una oferta, pues debilitarían financieramente a un importante competidor.

Pero si estamos todos excitados y nerviosos ante esta compra es porque se trata de un movimiento que potencialmente podría cambiar la faz de internet a la que nos hemos acostumbrado estos últimos años. Un Microsoft que no llega a tirar hacia adelante, un Yahoo en lento declive y un Google dispuesto a comerse el mundo. Es evidente que la empresa de Redmond ha visto que buena parte de su futuro depende de estar bien situado en internet y ser capaz de desafiar la primacía de Google. Se ha dado cuenta también de que por sí sola no es capaz de competir; en este sentido, la compra podría considerarse similar a la de YouTube, producto del reconocimiento del fracaso de Google Video.

De tener éxito, en todos los sentidos apuntados, este movimiento podría crear un jugador capaz de competir con Google. Pero si la compra resulta ser un fracaso, convirtiéndose Yahoo en una subsidiaria más de Microsoft sin capacidad alguna de influir en la filosofía empresarial de su propietaria, eliminará del tablero al único suficientemente bien situado aún para poder hablarle de tú a tú al gigante de las búsquedas. Habrá que sentarse, esperar y ver.

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