Hay que ver cómo pasa el tiempo y lo que cambian las cosas, sobre todo, para algunos que pese a todo insisten en negar la gravedad de la situación.
El presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) solicita abiertamente la intervención del Estado para evitar quiebras en el sector. Reforzar la solvencia de las cajas de ahorros se ha convertido, casi de la noche a la mañana, en asunto de emergencia nacional. Y es que, tal y como alerta Quintás, el coeficiente de solvencia de las cajas españolas se sitúa hoy en el 11,8%, y un ratio inferior al 8% forzaría la intervención del Banco de España.
Y todo ello, con una tasa de morosidad oficial del 4,5% en enero, que equivale a 39.400 millones de euros en créditos de dudoso cobro. Unos 13.700 millones de euros más que la banca nacional, cuya mora se sitúa en el 3,17%. El problema es que el volumen de impagos seguirá aumentando en los próximos meses conforme el desempleo crezca, las empresas cierren y el colapso del sector inmobiliario se mantenga por resistirse al necesario ajuste de precios.
España no sólo cuenta con hipotecas basura, sino también con cajas subprime. El sector financiero español acumulaba a mediados de 2008 cerca de 315.000 millones de euros en créditos concedidos al sector de la construcción. En los últimos 15 años, el crédito total al sector inmobiliario se ha multiplicado por más de 12, pasando de 88.500 millones de euros a 1,07 billones para la construcción y compra de inmuebles.
Las cajas de ahorros son, precisamente, las entidades más expuestas al boom del ladrillo. Más del 70% de sus créditos concedidos en 2007 se destinaron exclusivamente al mercado de la vivienda, tanto promotores como familias, frente al 50% de la banca, según advertía el pasado mayo el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (OCE). En total, los préstamos concedidos por bancos y cajas a dicho sector se aproximó al 60% en 2007, casi el doble que en 1992 (35%).
Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, a finales de 2006 y principios de 2007, el pastel ha quedado al descubierto. Las cajas de ahorros comienzan a padecer los primeros síntomas evidentes de insolvencia ante el incremento de la morosidad. Y es que su exposición crediticia al ladrillo multiplica por siete sus fondos propios (capital). En concreto, y tomando 2007 como base de datos, último año de la burbuja, las cajas de ahorros apenas disponían de 14 céntimos por cada euro invertido en el sector del ladrillo. Un nivel de cobertura muy inferior a la de 1993 (33 céntimos por euro).
El derrumbe del mercado de la vivienda se está traduciendo en quiebras de un gran número de inmobiliarias y constructoras, cuya actividad estaba fuertemente apalancada. Es decir, compraban suelo y levantaban pisos con dinero externo procedente de la banca, ya que la burbuja atemperó la percepción del riesgo crediticio.
Como resultado, la morosidad de los préstamos concedidos a actividades inmobiliarias se disparó hasta el 6,09% de media en 2008, multiplicando casi por doce la tasa registrada en 2007 (0,52%), según los últimos datos del Banco de España. En el caso de los bancos ascendió al 4,94%, mientras que en el de las cajas se ha disparado hasta el 7,02%.
Ahora bien, tal y como comentábamos, la fiesta acaba de empezar. Si el riesgo de insolvencia se cierne hoy sobre algunas cajas de ahorros, con una morosidad media del 4,5%, tengan ahora en cuenta los siguientes datos: la burbuja inmobiliaria en la última década ha sido una de las mayores del mundo, superior a la de Estados Unidos y a la de principios de los años 90; además, España se enfrenta a la peor recesión en décadas y, de hecho, todo indica que sufriremos una tasa de paro superior al 20% a corto plazo; por último, y como consecuencia de todo lo anterior, los impagos seguirán incrementándose.
La propia CECA estima una morosidad próxima al 6% a mediados de año, mientras que el Banco de España no descarta una tasa del 9% a finales de 2009, muy similar a la alcanzada en 1993. La diferencia es que, en la actualidad, el volumen de crédito es muy superior al de la última crisis económica. En 1993 una morosidad del 9% representaba unos 25.000 millones de euros en créditos de dudoso cobro, equivalente al 5% del PIB nacional. Hoy, asciende ya a 72.000 millones, y la tasa apenas es del 3,8%.
De elevarse al 9%, tal y como advierte el Banco de España, el volumen de créditos en riesgo de impago aumentaría hasta una cifra próxima a los 170.000 millones de euros, casi el 15% del PIB nacional. Un último dato. Muchas entidades no podrían soportar una morosidad superior al 10%. La crisis bancaria en España, aunque con retraso con respecto al resto de países, acaba de comenzar. Bienvenidos.