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Multiplicador cultural

Publicado en Libertad Digital

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La doctora Susana de la Sierra igual podría reflexionar sobre el retorno perdido para los ciudadanos de los euros que el poder les arrebata para subvencionar películas que no quieren ver.

Susana de la Sierra Morón, que ha sido directora general del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, dependiente del Ministerio de Educación, es una persona notablemente preparada. Informó ABC que es licenciada en Derecho por la Universidad de Cantabria, máster en Derecho Alemán y Comparado por la Universidad de Bayreuth, habla cinco idiomas y es doctora en Ciencias Jurídicas por el Instituto Universitario Europeo de Florencia. Con este impresionante bagaje, defendió las subvenciones con unos argumentos disparatados.

Sostuvo, por ejemplo, esta entrañable idea: «Las subvenciones existen también en otros países europeos». O aplaudió la coacción para financiar el cine «porque es parte de nuestra cultura y será nuestro legado». Como es evidente, ni ella ni nadie sabe cuál será nuestro legado, y en todo caso aducir que el cine es parte de la cultura es cualquier cosa menos una razón para quitar a la gente su dinero a la fuerza.

La gente: ¿qué le pasa a la gente? Pues que no va mucho a ver cine español, y la doctora de la Sierra Morón sabe por qué: porque es ignorante. Resulta que

el público en muchas ocasiones no va al cine porque existe una idea preconcebida de lo que es una película española, una idea que no siempre se corresponde con la realidad. Y como las películas no se ven, no hay manera de desterrar el estereotipo. Como en cualquier país, en el nuestro se producen películas de diversa calidad: algunas es posible que sean mejorables. Pero otras son buenas, tal y como atestiguan los reconocimientos recibidos sobre todo en el exterior, donde nuestro cine tiene mucho prestigio.

En otras palabras, el cine es como las novelas, que hay de todo, pero nada de esto justifica que le cobren a usted impuestos para dar dinero a los cineastas.

Y, naturalmente, eso de las ideas preconcebidas sobre nuestro cine es un apreciable desatino. Si existieran, la gente no iría a ver ninguna película española, y, como es sabido, acudió en tropel a pasárselo en grande con Ocho apellidos vascos.

Por fin, doña Susana demostró que se pueden acumular muchos títulos universitarios, saber muchos idiomas y desbarrar de lo lindo… como muchos economistas. Para redondear sus razonamientos en pro de las subvenciones afirmó:

Más allá del componente cultural, el impacto económico de las películas es muy significativo. Se calcula que por cada euro público invertido en una producción española, el retorno es de cuatro euros.

El multiplicador es una vieja fantasía keynesiana según la cual el gasto público fomenta per se la actividad económica: el economista inglés llegó a delirar en la Teoría general de 1936 afirmando que cualquier gasto público en cualquier cosa serviría para resolver la deficiencia en la demanda efectiva y para reactivar la economía. Con el paso del tiempo estos juegos malabares cayeron en el descrédito, salvo entre los políticos y los economistas más izquierdistas. Y ahora entre los sabios del mundo de la cultura: el multiplicador cultural: ¿cómo no se nos había ocurrido antes? En fin, la doctora Susana de la Sierra igual podría reflexionar sobre el retorno perdido para los ciudadanos de los euros que el poder les arrebata para subvencionar películas que no quieren ver.

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