El número de violaciones por cada 100.000 habitantes se sitúa en 2,65, veinte veces menos que en Suecia.
La polémica sentencia de La Manada ha hecho que las feministas vuelvan a tomar las calles en señal de protesta y, tal y como ya aconteció durante la manifestación del pasado 8 de marzo, han aprovechado las marchas y el escaparate de los medios de comunicación para tratar de transmitir una imagen de la sociedad española que en nada se corresponde con la realidad.
Así, si nos tuviéramos que atener a las soflamas de estos grupos, daría la sensación de que España es un país profundamente machista en el que las mujeres, por desgracia, además de sufrir una constante discriminación social y económica, no tendrían garantizada su seguridad física debido a la constante amenaza de maltrato y agresión a la que estarían sometidas por parte de los hombres.
La frialdad de los datos, sin embargo, desmonta por completo esta burda y falaz caricatura, cuya única finalidad consiste en sembrar un irracional alarmismo en el seno de la sociedad para tratar de conquistar nuevas cotas de poder –y las partidas presupuestarias que llevan aparejadas– por parte de los muy organizados movimientos feministas y sus izquierdistas partidos afines.
Para empezar, el número de violaciones por cada 100.000 habitantes se sitúa en 2,65, veinte veces menos que en Suecia, cuya tasa asciende a 57, y a una distancia aún mayor de las 62 registradas en Inglaterra y Gales, según los últimos datos de Eurostat, correspondientes a 2015. España, por tanto, se sitúa a la cola de la UE en este tipo de delitos.
Algo similar sucede con los abusos sexuales, con 18,6 casos por cada 100.000 habitantes, frente a los 145 de Escocia, los 121 de Suecia, los 117 de Irlanda del Norte o los 66 de Bélgica. No, España no es un país especialmente peligroso para las mujeres, sino todo lo contrario. Siendo Europa una de las zonas más seguras del mundo, resulta que España presenta uno de los mejores índices en esta materia, contradiciendo así los alegatos feministas.
Lo más curioso es que lo reconocen las propias mujeres. En concreto, según la última macroencuesta realizada por la Comisión Europea, con datos de 2012, España presenta la quinta menor percepción de violencia de género del continente, mientras que los países del norte y el centro, como Dinamarca, Finlandia, Suecia, Holanda o Francia, entre otros, se sitúan a la cabeza de este trágico ránking. Por ello, precisamente, no es de extrañar que España destaque también como uno de los escasos países del mundo en los que la mujer goza de una amplia y sólida seguridad física, por delante de otras grandes economías avanzadas como EEUU, Canadá, Australia o Reino Unido, según reflejan las estadísticas oficiales.
Asimismo, las protestas callejeras y las declaraciones políticas de estos días se han centrado en denunciar que la sentencia de La Manada es fruto de la falta de formación de los jueces españoles en materia de género, así como de la perversa mentalidad heteropatriarcal que todavía existe en la judicatura. En resumen, que los jueces son machistas.
La paradoja, en este caso, radica en que la presencia de las mujeres es mayoritaria en el ámbito judicial, de modo que la acusación de machismo cae por su propio peso. Los datos del Consejo General del Poder Judicial revelan que el 53% de los jueces son mujeres, frente al 47% de hombres. Por tramos de edad, las féminas ya representan el 64% de los jueces y magistrados en activo menores de 50 años y cerca del 40% entre el colectivo de 51 y 72 años.
¿Será entonces que disponemos de leyes machistas elaboradas por y para los hombres? Pues tampoco, ya que España es el cuarto país de Europa con más mujeres en el Parlamento, con un 38,4%, tan sólo superado por Suecia, Finlandia y Bélgica y muy por encima de la media de la UE (28,7%). Y ocupa el puesto 15º a nivel mundial, de un total de casi 200 países.
Y todo ello sin contar que la presencia femenina en la universidad es superior a la de los hombres, que hoy hay más mujeres trabajando que nunca o que la famosa discriminación laboral que tanto denuncia el feminismo es, igualmente, engañosa y maniquea, tal y como evidencian las cifras.
En definitiva, España no es machista, sino uno de los mejores países del mundo –el quinto– para nacer mujer, como bien revela el ranking internacional Women, Peace, and Security Indexdel Instituto Georgetown para la Mujer, la Paz y la Seguridad, tan sólo por detrás de Islandia, Noruega, Suiza y Eslovenia, puntuando especialmente alto en materia de inclusión económica, ausencia de leyes discriminatorias y seguridad. El resto, lo que se ve en la calle y en la mayoría de medios de comunicación, es pura demagogia con fines económicos y políticos.