Dice el señor ministro que confía en que las escuelas se adapten a las nuevas tecnologías para evitar que se produzca una brecha digital en la sociedad. Señor Ministro: la brecha ya existe. Existe desde que la generación Z se convirtió en la primera generación de nativos digitales y comenzó a dejar en evidencia a las cuatro generaciones que la anteceden, entre ellas a la de los babyboomers como Wert y la de los jones como Zapatero.
Zapatero quería arreglar el sistema escolar creando una escuela 2.0 cuando la sociedad ya estaba entrando en la era 3.0. No sé si creyó que había inventado la rueda o si sólo pretendía vendernos la moto. En cualquier caso, su gobierno gastó 600 millones de euros para dar ordenadores portátiles a los alumnos de 5º y 6º de Primaria y a los de 2º de Secundaria de catorce Comunidades Autónomas. Tarde, tarde. La mayoría de ellos ya tienen ordenador, smartphone y tablet, eso como mínimo; y si no los tienen, probablemente los han usado alguna vez.
PISA incluyó el uso de los ordenadores en su informe del año 2006 y la conclusión fue que aquellos colegios donde más tiempo se dedicaba al uso del ordenador tenían peores resultados. ¿Por qué? Porque la competencia informática no consiste en el manido “nivel usuario” que en los años 90 le daba cierto caché a cualquier currículum profesional. Los niños en las escuelas deberían estar aprendiendo a programar, no a usar un procesador de textos. En PISA 2006 se afirmó que “las competencias básicas en ciencia se consideran generalmente importantes para la absorción de nuevas tecnologías, pero competencias de más elevado nivel son críticas para la creación de nuevas tecnologías y la innovación”. Entonces la cuestión es: ¿queremos un país de consumidores o de creadores de tecnología? En ese informe, más del 77% de los estudiantes españoles quedaron por debajo del nivel 4 en competencia en ciencias. Los creadores de nuevas tecnologías están en los niveles 5 y 6.
Lógicamente los profesores no pueden enseñar aquello que no saben y la generación Z lleva la avanzadilla. La brecha digital es un hecho y sólo puede cerrarse de abajo hacia arriba, nunca al revés. Hay que dejar a los niños en paz para permitir que el aprendizaje suceda.
La organización “One Laptop Per Child” (un ordenador para cada niño) decidió donar tablets a niños de regiones pobres (primero en Etiopía, después se extendió el programa a otros lugares) que no estaban escolarizados, no sabían leer y mucho menos usar un ordenador o una tablet. La LOPC dejó los dispositivos en cajas cerradas al alcance de los niños. En cuestión de semanas, habían abierto las cajas, habían conseguido encender las tablets, habían customizado el escritorio, estaban usando una media de 47 aplicaciones por niño e incluso habían hackeado el sistema. ¿La diferencia con los niños evaluados por la OCDE en PISA? No tenían ministros de educación ni profesores entorpeciendo el proceso, ni diciéndoles que tuvieran cuidado con esos aparatos tan delicados, ni haciéndoles creer que no serían capaces de usarlos sin ayuda.