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Obviar al Estado

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El sistema económico en ocasiones es más justiciero que Harry el Sucio, y lleva al desastre a quienes no respetan sus principios, que no son otros que los de la justicia. Y la Seguridad Social quebrará, porque cada vez vivimos más años y proporcionalmente habrá menos gente obligada a soportar el sistema.

Esto se sabe de antiguo, y los economistas juegan con sus modelos sólo para predecir cuándo llegará el desastre. Uno de estos expertos es David Taguas, más desconocido incluso que su antecesor como director de la oficina económica del presidente, Miguel Sebastián, y que haciendo sus cuentas considera que la seguridad social empezará a acumular números rojos a partir del 2015 a más tardar. Y para evitar que se adelante la quiebra propone varias medidas que se pueden resumir en contribuir durante más años y cobrar menos. Como dice Jorge Valín, nos han mentido, y lo más a que pueden aspirar es a mostrárnoslo poco a poco.

No podemos confiar en que elegiremos unos políticos que no nos mientan en este asunto, porque la gran mayoría castigaría la verdad en las urnas, las cosas como son, y a los gobernantes les vale con que a ellos no les caiga la crisis social encima. El que venga detrás, que arree. De modo que lo que nos queda por hacer, aquí como en tantas otras cosas, es sencillamente pasar del Estado. ¿Qué no podemos dejar de contribuir a la seguridad social? Al menos lo que sí podemos hacer es ir creando con constancia y buen juicio nuestro propio patrimonio.

Hace tres meses, el Instituto Juan de Mariana publicó un feracísimo informe que mostraba que una familia podía asegurarse una renta más de adecuada en el curso de una generación. La exposición es sencilla: "la rentabilidad media de la Bolsa de Madrid que en las últimas décadas ha estado en torno al 10 por ciento. Si a ello le restamos tres puntos de inflación previsible, la rentabilidad real media rondaría el 7 por ciento". Se plantea el caso de que una familia haga una aportación inicial de 4.200 euros, que se aumentaría anualmente en un 4 por ciento. En 30 años y con un interés real del 7 por ciento acumularía un capital de 613.000 euros que le otorgaría una renta de 42.900 euros anuales. Es sólo un supuesto, y las posibilidades son enormes, pero da una idea del enorme poder que tiene el capitalismo y de lo que nos conviene participar de él no sólo como trabajadores.

En educación o sanidad ya nos estamos desenganchando de lo público, porque el fraude es inmediato, pero las pensiones son una promesa que para muchos ya está rota, aunque no lo sepan simplemente porque no ha llegado la hora de reconocerlo.

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