No pregunten por qué, pero es lo que ha dicho a sus diputados antes de que sus señorías se tomen el merecido descanso invernal, porque los diputados son como las marmotas y otros esciuromorfos, que necesitan hibernar durante los meses de frío para aparecer al comienzo de la primavera llenos de ilusión, con un montón de preguntas parlamentarias en el portafolios y cientos de dietas que cobrar.
Es posible que Rajoy haya sido sincero y esté muy satisfecho con la labor de su partido, pero tan sólo tendría que hacer una encuesta de urgencia entre diez votantes suyos elegidos al azar para darse cuenta de que su optimismo no es compartido por los que, en última instancia, van a decidir si se pega un nuevo batacazo o no en las próximas generales.
Nunca, desde que gobierna Zapatero, había tenido tantas ganas y tan variados motivos la derecha sociológica para lanzarse a la calle en contra del socialismo. Habría bastado que Rajoy la hubiera convocado para haber pulverizado cualquier marca anterior, pero el PP no ha creído oportuno "crispar", ni siquiera en una situación de deterioro económico y político como el que venimos arrastrando durante este año que a Rajoy le ha parecido tan fructífero. No es que no haya convocado a la población a rebelarse contra los muchos desastres protagonizados por ZP; es que cuando la propia sociedad ha levantado la voz de forma espontánea, el PP tampoco ha estado ahí para apoyarla. Ocurrió con la manifestación en contra de la ampliación de la ley del aborto, a la que Rajoy, con gran generosidad, permitió que asistieran sus empleados siempre que lo hicieran a título personal, cuidando él mucho de no aparecer por los alrededores, no fuera que en el informativo de la Secta le llamaran facha o retrógrado.
Si esta es la línea que va a seguir Rajoy en lo que queda de legislatura, sus votantes van a pasar otro año muy crispados. No con Zapatero, que por supuesto, sino con el líder del PP, al que exigen una mayor contundencia en unas circunstancias políticas y económicas que van a seguir deteriorándose de forma acelerada en los próximos doce meses.
Encantados de haberse conocido, los inquilinos de Génova 13 van a pasar unas Navidades de fábula dándose palmadas en el hombro y felicitándose por lo bien que lo han hecho en todos los terrenos. Que aprovechen ahora y liquiden las existencias de cava. Mucho me temo que en el próximo año y medio no van a tener demasiadas ocasiones de brindar.