¿Es que usted está en contra de que los jubilados perciban sus pensiones, que los jóvenes tengan un mejor nivel de vida o de que puedan estudiar? Es la clásica pregunta retórica que durante años han formulado los socialistas a sus adversarios para deslegitimarlos moralmente. ¿Quién podría ser tan vil como para estar en contra de los desfavorecidos? Efectivamente, sólo alguien de derechas. A propósito, si es por esto, el PP no hace falta que se dé por aludido ya que en el arco ideológico está al ladito mismo, por no decir encima, del PSOE.
Pero ah, qué perversas se vuelven las ideologías cuando, como hace José Blanco en su nota, nos da por supuesto que los fines justifican los medios. El teleologismo (moral de los fines) es la piedra angular del socialismo. Se justifica por ella misma independientemente de cómo llegue a esos fines. ¿A nadie se le ocurre preguntar qué medios usará el jerarca para establecer el paraíso terrenal? El Gobierno no es una ONG que se financie con contribuciones voluntarias, es el monopolio de la fuerza, el Gobierno ordena y el resto obedecemos. La moral del socialista y Gobierno se apoyan en la solidaridad a punta de pistola. En su razonamiento, como la gente es mala y egoísta, la oligarquía política ha de impartir justicia de todo tipo: social, moral, cívica y económica.
Como los medios no son más que un formalismo sin importancia, el burócrata se ve obligado a robar a la gente honrada financiándose con impuestos. Recuerde que los impuestos se pagan por la amenaza real del Gobierno, de lo contrario nadie los pagaría. Algo que jamás ocurre en el libre mercado, si usted compra o vende algo, es porque quiere. Si usted trabaja en una empresa, es porque quiere, nadie le obliga a que se dedique a otra cosa. Si la precariedad laboral es alta en España, el socialista no dudará en afirmar que se han de aprobar leyes obligando al empresario a hacer los trabajos perennes. No cae en la cuenta el bienintencionado que no hay trabajo más precario que el de empresario y que si carga costes adicionales a su labor, lo único que conseguirá es que acabe cerrando dejando una estela de desempleados por el camino.
En el terreno social, el socialista también apuesta por el uso de la fuerza contra el hombre libre. La moral del socialista dicta que si algún niño es enseñado por sus padres, esquivando así la ideología que impone el Gobierno en los colegios, esta familia ha de ser denunciada, investigada y desposeída de sus niños si es necesario por no obrar conforme al “bien común”. Otro de los principales dogmas de la religión socialista. El caso más reciente se produjo esta misma semana, cuando unos guardias civiles a las diez de la noche se presentaron en casa de una familia por practicar la “escuela en casa” (caso similar al de la familia Branson-Sánchez). Ni se molestaron en informar a la desdichada familia de qué se les acusa.
Pero es que ni con el uso constante de la fuerza y “brutalidad”, el socialista consigue sus fines. Señor Blanco, cuatro años de su Gobierno socialista han dado uno de los índices más altos de desempleo juvenil comparados con Europa. Salario mínimo significa que menos jóvenes serán contratados, y más ante una economía incierta como la que se nos avecina. Ahora también el Gobierno quiere convertir a los jóvenes en rentistas para que adquieran una vivienda. No son rentistas a la vieja usanza, es decir, aquellos que obtienen beneficios de sus inversiones exponiendo su dinero al riesgo, sino que Blanco en su blog habla de rentas obtenidas mediante el robo que el Gobierno practica sobre todos los individuos de la sociedad. Quién iba a decir que el socialismo apoyase el “rentismo”.
Señor Blanco, ni su Gobierno ni ningún otro que pueda haber va a garantizar las pensiones de nadie. El fondo que acumulan no da ni para ocho meses y tendría que cubrir la vida de cada uno de los trabajadores que por la fuerza han visto marchar su dinero a las arcas del Estado. ¿Dónde está ese dinero nuestro, en qué se lo gastaron ustedes los políticos?
Señor Blanco, no hay nada más absurdo que un político nos dé lecciones de moralidad. La principal amenaza para el ciudadano en este país es el Gobierno y toda su corte de burócratas y vividores que incapaces de defender sus intereses personales con hechos, siempre han de recurrir a falsos tópicos socialistas y “humanitarios”.