Skip to content

Por qué Murcia no quiere catalanizarse (más)

Publicado en Libertad Digital

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

El consejo que Esperanza Aguirre ha dado de que España se deje catalanizar ya ha sido experimentado en algunas regiones con resultados manifiestamente mejorables. En Murcia, por lo menos, no queremos que nos catalanicen más.

La supresión del trasvase del Ebro, dictada por ZP con el aplauso de la clase política catalana, fue un agente catalanizador de primer orden por el que se condenó a la indigencia a dos regiones españolas con la agricultura más eficaz y moderna del mundo: Murcia y Almería. En aquella ocasión, los murcianos no vimos a los catalanes que se sienten españoles salir a protestar contra la fechoría insolidaria que perpetraban sus políticos nacionalistas. Al contrario, lo que vimos fue la foto de Carod-Rovira y la ministra Narbona brindando con cava en la desembocadura del Ebro, para celebrar este gran éxito catalanizador de las tierras bárbaras del Sureste en medio del aplauso general.

La solución de ZP fue construir 51 plantas desaladoras, de las cuales sólo funcionan de vez en cuando 17 y el resto están paradas o ni siquiera se han llegado a poner en funcionamiento. Lo normal, porque si te bebes un buchito de ese agua al día siguiente estás en la unidad del riñón de tu hospital de referencia con piedras como cocos. Su baja calidad y precio prohibitivo convierte estas costosas instalaciones en inútiles también para la agricultura, con lo que esta primera catalanización nos ha costado cuatro mil millones de euros y medio millón de puestos de trabajo que se hubieran creado en caso de haberse realizado el trasvase previsto. Como ejemplo de las virtudes de la catalanización, parece lo bastante elocuente para no insistir más.

Si no nos dejamos catalanizar (aún más), los nacionalistas dicen que se largan de España, amenaza ridícula con la que el resto de los españoles no pierde precisamente el sueño. Cuando un hijo de una familia numerosa ya cuarentón esquilma a los padres, mete la mano en el bolsillo de los otros miembros del clan, los insulta y ante cualquier negativa a seguir consintiendo sus caprichos amenaza con irse de casa, el resto de los hermanos le ayudan a hacer la maleta con la mejor de las sonrisas. Si eso ocurre con un hermano, calculen con Junqueras, Buenafuente y el Clan de los Pujol.

Más artículos

Conde-Pumpido o la apoteosis del Derecho alternativo (I)

El escándalo no ha hecho nada más que empezar. Desprecio absoluto por parte de los magistrados Cándido Conde-Pumpido Tourón, Inmaculada Montalbán Huertas, María Luisa Balaguer Callejón, María Luisa Segoviano Astaburuaga, Juan Carlos Campo Moreno y Laura Díez Bueso de las normas que obligan a abstenerse del enjuiciamiento del caso por una larga lista de causas.

Contra el ‘sumacerismo’

Desde el comienzo del estudio de la economía como ciencia —e incluso antes— ha habido ciertas voces que han atribuido la riqueza de unos pocos afortunados a la miseria y a la privación material del grueso de la población.