Merkel debe estar escandalizada porque en su país la economía sumergida representa el 6% del PIB, pero si fuese presidenta del Gobierno español, donde el 23% de la economía está sumergida y circula una cuarta parte de los billetes de 500 euros de toda Europa, le daría un ataque al corazón.
¿Es que están en España los hombres más ricos del mundo? No, pero sí que es uno de los lugares donde los impuestos más daño hacen y más ahora con una crisis que todo el mundo reconoce, menos el Gobierno. Los amantes de la confiscación fiscal aducen que pagamos menos impuestos que nuestros vecinos europeos como Francia, Reino Unido o Finlandia. Estos socialistas olvidan mencionar que las rentas salariales en esos países llegan a duplicar y triplicar el mismo puesto de trabajo que aquí se produce debido a la diferencia existe en la propia estructura de producción, grado de productividad laboral donde España está a la cola de Europa, y esta semana ha sido criticada por Bruselas otra vez (y ya van cincuenta mil); sin olvidar el daño que provocan a nuestra riqueza las fuertes barreras gubernamentales a la creación de empresas o el desfasado modelo laboral.
Cuantitativamente no es lo mismo una presión fiscal del 38% en Reino Unido, donde el salario medio está por encima de los 3.500 euros mensuales, que la presión fiscal del 36% de España, donde a duras penas supera los 1.600 euros; dicho sea de paso, es el mismo que hace 10 años. No olvidemos tampoco que España es el país de la OCDE donde más ha aumentado la presión fiscal en los últimos 30 años. En concreto, los gobernantes nos han llegado a doblar la carga impositiva.
Y todo esto viene a raíz de las palabras de José María Mollinedo, secretario general del colectivo de técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), que aprovechando el caso de Alemania contra Liechtenstein ha hecho una llamada al Gobierno para que nos estruje un poco más. El señor Mollinedo se ha justificado exponiendo los topicazos de siempre, como que el 86% de las grandes fortunas españolas no pagan el Impuesto sobre Patrimonio, lo que demuestra lo absurdo de tal tributo. Al secretario general de Gestha se le olvida mencionar casos como el de Juan Plaxats, un pobre pulidor de suelos que se vio obligado a hacer huelga de hambre porque Hacienda le reclamaba más de 100.000 euros que ni podía ni le tocaba pagar.
Los gritos de crisis que lanzan voces afines al poder estatal nunca tienen como fin salvar al mundo, sino servir de excusa para que el Gobierno tome un mayor control sobre nuestras vidas. Cuando el Estado consigue un poder tan enorme como el que tienen las democracias occidentales, las injusticias como la del pulidor de suelos son inevitables y casi siempre imposibles de solucionar. Esto es lo que ocurre cuando damos a otro más poder del que nosotros mismos tenemos o nos queremos conceder.
La presión impositiva en España es demasiado alta. Si los gobernantes no se quieren enterar incluso ante signos evidentes como los datos de economía sumergida es porque les gusta costearse sus lujos y caprichos a costa de nuestro dinero. Ante semejante injusticia tenemos derecho a defendernos de forma pacífica. Como dijo el profesor Pierre Lemieux, "debería levantarse una estatua en honor al evasor desconocido". Gran verdad, especialmente en el caso español.