El nuevo Gobierno socialista griego ha confirmado a Bruselas que terminará el año con una descuadre próximo al 12% del PIB, frente al 3,7% previsto por el anterior Ejecutivo. "El juego se ha terminado. Necesitamos estadísticas serias", espetó Juncker ante el evidente engaño que suponen tales cifras.
Pues bien. España será la siguiente en sufrir el varapalo de Bruselas. Como todo, la paciencia de nuestros socios comunitarios tiene un límite. La negación de la crisis primero y la incompetencia política después amenazan con provocar uno de los mayores desequilibrios presupuestarios de la historia reciente de España.
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2010 bien pueden suponer un punto de no retorno. Hagamos memoria. Septiembre de 2008. El entonces ministro de Economía, Pedro Solbes, presenta unos PGE irreales, ya que prevén un déficit público del 1,5% para 2009. Por desgracia, el año cerrará con un déficit muy próximo o, incluso superior, al 10% del PIB. Así pues, España cuenta, junto con Grecia, con unas estadísticas de broma –más bien de risa–, según la perspectiva de Juncker.
Y al igual que ahora hace Salgado, Solbes también vendió los Presupuestos como los "más austeros" en muchos años. Una de dos, o bien el Gobierno mantiene su estrategia de engaño masivo, o bien se ratifica como el equipo ministerial más incompetente de la democracia. La elaboración de unas cuentas públicas irreales conlleva graves consecuencias para los contribuyentes de un país.
Y es que, si el Gobierno vuelve a fallar en sus cálculos, y todo apunta a que sí, la brecha fiscal, lejos de recortarse, se agrandará aún más en 2010. España seguirá, pues, violando el Pacto de Estabilidad Presupuestaria, de obligado cumplimiento para ingresar y permanecer en el euro, en 2011 e, incluso, 2012. Es decir, un déficit y una deuda pública superior al 3% y al 60% del PIB, respectivamente.
De hecho, según los PGE, la deuda superará el 62% del PIB en 2010. ¿Problema? El Fondo Monetario Internacional eleva esta cifra hasta el 80%, mientras que el propio secretario general de Presupuestos y Gastos del Ministerio de Economía y Hacienda, Luis Espadas, aún va más allá y admite que podría llegar "fácilmente" el 90% del PIB si no se reconducen las cuentas públicas en los dos próximos años. Los Presupuestos para 2010 no reducen el gasto, lo aumentan, y además inflan los ingresos fiscales, con lo que el necesario reequilibrio fiscal será imposible,
A falta de un drástico plan de choque consistente en eliminar partidas presupuestarias al completo, los españoles pagarán con el sudor de su frente –vía impuestos– una deuda pública en constante crecimiento. Tan sólo un dato: el pago por los intereses de la deuda del Estado ascenderá a 23.200 millones de euros (el 2,21% del PIB) en 2010. Y eso, con una deuda estimada del 62,5% del PIB y sin contar el más que seguro encarecimiento de la financiación a partir de 2010.
Esto significa que mientras familias y empresas se aprietan el cinturón para reestructurar sus balances y seguir a flote mientras sube la marea, el Gobierno está esquilmando los escasos recursos de que disponemos aumentando la deuda pública hasta un nivel insostenible. Un creciente volumen de ingresos fiscales irá destinado al pago de la deuda por lo que, tarde o temprano, el Gobierno tendrá que optar por subir los impuestos, una vez más, o recortar los servicios públicos. De donde no hay no se puede sacar. El Ejecutivo socialista sigue con la venda puesta en los ojos, no así nuestros socios comunitarios, que ya amenazan con tomar cartas en el asunto. En Grecia ya se ha encendido la luz roja. ¿Cuándo le llegará el turno a España? Es cuestión de tiempo.