¿Por qué la Unión Europea la ha prohibido? Porque el método para juzgar si se permite o no el uso de un químico es distinto al de Estados Unidos. Mientras que allí la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) juzga los beneficios que puede obtenerse de su uso frente a los riesgos (en este caso los primeros superan ampliamente a los segundos), en Europa se utiliza el principio de precaución.
Este principio dice que si un producto o una nueva tecnología puede generar algún tipo de perjuicio, por pequeño que sea, dado que no conocemos plenamente su incidencia futura, se prohíbe; al menos temporalmente.
Les pondré un ejemplo: los ecologistas decían que los pesticidas con que se cultivan las manzanas producen cáncer. Lo que no decían es que para acumular cantidades cancerígenas tendríamos que ingerir un número de kilos de manzana al día que nos causaría cualquier otro problema antes que el cáncer, y que en cualquier caso está muy lejos del consumo normal.
Por otro lado, los estudios científicos muestran que el consumo de manzanas ayuda a prevenir el cáncer. Los beneficios superan a los riesgos, pero la aplicación consistente del principio de precaución llevaría a prohibir o suspender la venta de manzanas con pesticidas.
Mientras que el riesgo es una parte de la experiencia humana, lo tenemos en cuenta cuando actuamos y forma parte del conjunto de normas e intuiciones que llamamos razón, el principio de precaución es el uso de lo razonable llevado hasta el absurdo.
Yo propongo que para los nuevos productos y para las tecnologías que desplazan a las antiguas utilicemos razonablemente los beneficios frente a los riesgos, mientras que para las medidas de los políticos utilicemos el principio de precaución. Es el único uso beneficioso que se puede hacer de él.