Gracias a Antena 3 hemos sabido que las presuntas actividades comisionistas del clan de los Pujol no se limitaban al tráfico de influencias realizado al amparo del boletín oficial de la Generalidad. También en su vida personal el patriarca del nacionalismo hizo alarde de una extraordinaria capacidad para fomentar los negocios ajenos a cambio de un porcentaje que, en el caso que nos ocupa, está muy lejos de ser precisamente modesto.
La damnificada en cuestión es la bruja Adelina, una médium gallega de provecta edad, que durante los 23 años que Pujol estuvo al frente de la Generalidad rindió grandes servicios a la causa del nacionalismo catalán con sus capacidades adivinatorias. Pujol viajaba frecuentemente a Andorra, lugar de residencia de la vidente, para consultar con Adelina sus decisiones políticas, familiares y, con toda seguridad, también las de carácter económico, indisociable de los otros dos ámbitos como estamos viendo. Además, Adelina utilizaba sus poderes para realizarle a Pujol limpiezas periódicas de malas energías (sic) pasando repetidamente un huevo por la espalda del Molt Honorable, escena deliciosa cuya simple evocación acota el nivel intelectual del nacionalismo catalán y sus principales dirigentes.
El ajetreo de los viajes a Andorra con fines no lucrativos comenzó a ser una carga para Pujol, así que el presidente de la Generalidad se trajo a la bruja a Barcelona con el fin de tenerla más a mano. De paso, según afirma Adelina, D. Jordi se encargó de dirigir el negocio de las adivinaciones y curaciones energéticas brindándole a la vidente una nutrida cartera de clientes cercanos al nacionalismo. Cada vez que Adelina le pasaba el huevo por la espalda a un dirigente político o un empresario catalán Pujol le pagaba 150 euros (25.000 ptas. de la época), pero el cliente desembolsaba el equivalente a 300 eurazos. Y así consulta tras consulta y día tras día durante años, lo que hace imposible a estas alturas evaluar, siquiera aproximadamente, el volumen de dinero que se le debe a la bruja Adelina, cuyas dotes adivinatorias no fueron suficientes para que advirtiera que Pujol la estaba estafando.
Maragall situó las comisiones de CiU en un sobrio 3%, elevado en dos puntos por Carod Rovira tras un repentino ataque de memoria histórica. Sin embargo, de ser ciertas las acusaciones que la última víctima de los Pujol desgranó este lunes en el programa de Susana Griso, estaríamos hablando de una comisión de nada menos que del 50%. Inalcanzable hasta para los sindicatos andaluces, únicos rivales serios del nacionalismo a la hora de trincar.