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Que no se sobren

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La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Y éste ha hablado. Lo ha hecho ante Pedro J. Ramírez, con los originales en la mano. Y, más tarde, lo ha hecho ante el juez. La diferencia no es baladí. A Pedro J. se le puede mentir, sin mayor consecuencia que la de no leer tu historia en la portada de su periódico. Una mentira ante el juez tiene consecuencias penales. El cómputo de los días sin disfrutar de los millones, una pena. Eso cuenta. Así, a ojo, cuenta unos 4.300 euros al día que se podría gastar en libertad, multiplicado por los días añadidos de cárcel que se ganase por mentir al juez. Y como en su camino hacia la cárcel está perdido, ha ido al río de tinta, la de las reacciones de la prensa.

El porquero es un chantajista. Para ello no hay que ser un genio. Sólo hay que moverse con soltura en el condicional. Si me vendes, te corto los huevos. Tampoco hay que serlo para convertirse en líder del PP y presidente del Gobierno. El chantajeado le entregó una prueba documental de que entendía la amenaza. “Hacemos lo que podemos”. Lo que podemos, dicho por el jefe del Ejecutivo en referencia al Judicial, en una democracia seria, es nada. Pero Rajoy se apunta a todo. Por un lado promete al porquero manosear la justicia en lo posible, y por otro dice que la nuestra es una “democracia seria”.

El porquero es como Rajoy, un maestro en el manejo de los tiempos. La escalada del chantaje ha ido de la copia (involuntaria) al original. Del periodista al juez. Y del SMS que muestra que Mariano Rajoy estaba en el tablero del juego, a… a lo que venga.

El Partido Popular, tan digno él, que no se iba a rebajar a responder a un presunto ladrón. El presunto al que ellos han estado empleando para sus cuentas durante décadas. Y ahora es el presidente del partido el que cuchicheaba con él sobre cómo evitarle la cárcel. Los 12.620 euros que habría recibido Mariano en sobresueldos de dinero en negro procedente del cohecho entre el partido, la administración y las empresas es corrupción. Pero se queda en nada al lado de la corrupción de las instituciones que se sugiere en esos SMS.

El cierre categorial sobre los papeles, del que hablamos, se refuerza. Recibís firmados que confirman las anotaciones. Como la categoría moral de los Mariano, Rodrigo, Paco y Federico, aparece a la altura del porquero, todo podría ser. Incluso podría ser que no hubiesen cobrado, pero es pronto para hablar de unicornios azules. Eso sí, estamos a tiempo de hablar de periodistas egipcios, de los que ponen la mano como si fueran un dirigente del Partido Popular. Ya ha salido un nombre. Que salgan todos del armario.

No me malinterprete el lector. No soy de los que confían en la política y creen que todo iría mejor si no hubiese episodios de corrupción. La política y la corrupción son la pierna derecha y la izquierda del mismo caminar por el poder. Pero sí podemos pedir, por lo menos, que no se sobren. 

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