La banda de traidores que integra el Consejo de Ministros ha vuelto a salirse con la suya. Mira que Rajoy les ordenó muy seriamente que ni se les ocurriera subir (todavía más) la presión fiscal; todos le escuchamos hace un par de días decir muy claro en la sede de la soberanía nacional que este viernes "no habría impuestos". Fue en los pasillos del Congreso y no desde la tribuna del Hemiciclo, de acuerdo, pero la solemnidad del recinto sigue siendo la misma. Pues bien, llega el viernes y los ministros se amotinan y anuncian la subida de los impuestos especiales y el de sociedades, además de la creación de nuevas tasas medioambientales y otra más para gravar los depósitos bancarios.
El argumento de que los malos son los ministros va a ser ya el único posible en los profesionales del halago, esos que aplauden una decisión y su contraria siempre que la adopte el partido de sus amores, porque la capacidad de Rajoy para traicionar a sus votantes no deja otro resquicio para seguir sosteniendo que el PP es un partido que cumple su palabra. El papelón en las tertulias y las páginas de los diarios subvencionados va a ser espectacular, pero nada distinto a lo que suele ocurrir en los que hacen gala de una sensibilidad progresista cuando gobierna la izquierda.
Ya ni siquiera cabe poner la excusa de las exigencias de Bruselas para justificar esta última deslealtad. Con unos mercados financieros en calma chicha y una prima de riesgo bajo mínimos, este "esfuerzo" que el gobierno pide de nuevo a las empresas y familias españolas (como si la obediencia fuera opcional) es sólo la contrapartida para evitar meter la tijera en el disparatado gasto público que padecemos. A los ciudadanos se nos imponen nuevas tasas e impuestos para que la casta autonómica pueda seguir gastando a sus anchas y los veinte mil enchufados de la política puedan seguir trincando cada mes sin temer por el paro, que ya afecta a seis millones de compatriotas. Tan sencillo como eso.
Hace falta ser cruel para imponer un nuevo castigo fiscal a unos ciudadanos a un paso de la ruina, como el gobierno ha hecho este viernes; pero debemos recordar siempre que todo esto es cosa de Montoro y su camarilla de colegas desleales. Rajoy es bueno. Ya verán cuando le cuenten lo que han hecho sus ministros este viernes a sus espaldas, ya.