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Reeducación para la ciudadanía

Publicado en Libertad Digital

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Pero es que además el espacio es muy bueno. Si Libertad Digital Televisión es una de las pocas razones que justifican encender el televisor, "Reeducación para la ciudadanía" es motivo suficiente para invertir media hora de tu vida frente a la pantalla.

La elección del Protágoras de Platón para iniciar esta andadura televisiva no pudo ser más acertada. El sabio de Abdera, en el diálogo platónico que lleva su nombre, pretende enseñar una especie de "educación para la ciudadanía" a los hijos del rico Calias (cobrando una pasta, por supuesto), algo ante lo que Platón, por boca de Sócrates, se muestra sorprendido, consciente de que nadie puede enseñar a otro a ser ciudadano ni, mucho menos, cobrar por ello. Siglos más tarde, Santo Tomás repetiría los argumentos para criticar la vulgarización de la fe y el adoctrinamiento catequético con abandono de la teología.

Y en este estado de la cuestión transcurrieron casi veintiséis siglos de Historia… hasta que llegó José Antonio Marina para enmendarle la plana al griego y al aquinaetense, ese par de metomentodos. Para Marina, uno de los principales ideólogos de la asignatura zapaterista, es imprescindible que el estado enseñe a los niños la virtud ciudadana, como Protágoras pretendía hacer con los hijos de Calias. La justificación para esta manipulación de las conciencias infantiles es terrible. Dice Marina: "¿Tienen razón los padres que reclaman su derecho a educar moralmente a sus hijos? Sin duda. Y si todos los hicieran con una maravillosa eficacia, la escuela podría dedicarse a otra cosa".

Cualquier persona con un mínimo apego a su libertad y a su derecho a formar a sus hijos debería espantarse ante semejante panorama. De hecho así está ocurriendo, a tenor de la negativa de muchos padres a que sus hijos sean sometidos a estas sesiones de adoctrinamiento preparadas por el gobierno. Pero nos faltaba un Platón que explicara a los protágoras contemporáneos que lo suyo no es educación, sino tiranía. Ahora ya lo tenemos. No tiene las espaldas tan anchas como el ateniense y su melena difícilmente podría calificarse de leonina, pero nadie es perfecto. Es una lástima que Albiac no tenga televisor en casa. Le gustaría mucho el programa.

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