“It’s getting better all the time (can´t get much worse)”. Paul McCartney.
La euforia con la que la propaganda gubernamental recibió los datos de paro de julio contrasta con la realidad de una recuperación lenta, endeudada y frágil. España cierra julio con la tasa de paro más alta de la Unión Europea, mayor incluso que en Grecia. El paro bajaba en julio en 89.849 personas, tras subir 5.107 personas en junio, 26.573 personas en mayo, 282.891 en abril y 302.265 parados en marzo.
La “histórica” cifra (“el mejor julio desde 1997”, según el gobierno) es en realidad muy similar a la de julio de 2016, cuando el paro cayó en 83.993 personas en un entorno de creación de empleo continuada. En julio de 2016, además, el número total de desempleados inscritos en las listas del Servicio Público de Empleo era el número más bajo desde agosto de 2009.
Curiosamente, la izquierda atacaba esas cifras en 2016 como terribles y ahora se lanza a la euforia con 3.773.034 desempleados (excluyendo ERTE). Tras dos meses completos de reapertura, en España aún hay 298.396 empresas y 1,35 millones de trabajadores en un ERTE y 1,5 millones de autónomos continúan percibiendo algún tipo de prestación por cese de actividad.
Un desastre de empleo sin precedentes que se enfrenta a un otoño muy difícil. Entre septiembre y octubre va a ser difícil que se sigan maquillando las cifras de desempleo si se acaban los ERTE y se convierten en desempleo oficial y a ello se une el cierre empresarial de tantos negocios que están sufriendo en la peor temporada turística en mucho tiempo y los que no pueden sobrevivir ante el aumento de costes y acumulación de impuestos en un entorno de ventas simplemente ruinoso.
Es aterrador que no se preste atención a la pérdida de empresas. En España, en junio de 2020, tenemos 131.399 empresas menos que en junio de 2019. La destrucción de empresas significa menos empleo, menos crecimiento, menos inversión y menos capacidad de recuperación. Se han destruido 85 grandes empresas desde junio de 2019. Un gobierno que se pasa el día atacando a las “grandes corporaciones” y las “grandes empresas” solo por serlo, debería estar avergonzado de usar ese subterfugio populista en un país que solo tiene 2.282 empresas de más de 500 trabajadores.
Los populistas que repiten constantemente la mentira de que España es un paraíso fiscal para las grandes empresas deberían responder a las siguientes preguntas: Si España es un paraíso fiscal para las grandes empresas, ¿por qué tenemos tan pocas, cada vez menos y además son más pequeñas que las de otros países de nuestro entorno?
Vivimos una crisis que es mucho más que una mala temporada turística. Vivimos una crisis de pérdida de confianza en la seguridad jurídica de nuestro país y está afectando a la inmensa mayoría de sectores incluso en la reapertura. Otros países con una alta exposición al turismo caen menos en el segundo trimestre, incluso en el semestre, y con menos paro.
A principios de verano, la previsión era que España recibiría 50 millones de turistas menos que en 2019. La inexistente gestión diplomática y gubernamental ante los rebrotes y los anuncios de cuarentena de diversos países empeoran ya las cifras en otros 4 millones menos.
La demonización del sector turístico, que es el mejor embajador de España, generador de riqueza, de valor añadido y tarjeta de presentación de nuestro país ante el mundo ha llevado al gobierno a abandonar un pilar clave de nuestra recuperación desoyendo las llamadas del sector ante lo que era una debacle sin precedentes. Pero el gobierno prefirió continuar dando mensajes contradictorios.
En el mismo día en el que la ministra de Exteriores intentaba negociar con Reino Unido la cuarentena anunciada, Fernando Simón se convertía en tendencia nacional diciendo en público: “Que Reino Unido exija una cuarentena a cualquier persona que venga de España, en cierto modo nos favorece porque desincentiva el que venga gente de Reino Unido».
La compraventa de viviendas retrocedió un 34,3% el pasado mes de junio con relación al mismo mes de 2019. Cuatro meses consecutivos de tasas interanuales negativas después de haber caído en marzo un 18,6%, en abril un 39,2% y en mayo un 53,7%.
No solo es el turismo o el sector inmobiliario. El automóvil, el sector exportador, la industria manufacturera y el sector servicios sitúan la recuperación de España, según los indicadores adelantados del Ministerio de Economía y los datos de alta frecuencia recopilados por Bloomberg como “la recuperación más lenta de la eurozona”.
El gran problema es que caigamos en la autocomplacencia ante datos que, como el del paro de julio, solo muestran un rebote técnico, el efecto base. El índice manufacturero (PMI de la consultora Markit) mostraba expansión en la última medición para el mes de julio porque, como el resto de Europa, refleja el cambio de un mes a otro. No implica volver a los niveles de febrero ni mucho menos.
Pero lo que más preocupa de ese índice es que, ya con casi tres meses de apertura, una nota clave “fue la nueva destrucción de empleo (en julio) ya que las empresas continúan operando muy por debajo de sus capacidades” y “la confianza con respecto del futuro también se mantuvo moderada”.
El gobierno se ha dado cuenta del efecto devastador para la recuperación que tendría la subida de impuestos con la que llevan amenazando desde hace meses. Sin embargo, en vez de reconocer su error y la realidad de que el efecto en recaudación, empleo y crecimiento sería negativo, solo se les ocurre reiterar que llevarán a cabo la enorme subida de impuestos, en 2023.
Imaginen cualquier inversor que esté pensando en invertir a largo plazo en España. No solo confirma el gobierno que la recuperación del PIB oficial estimado no se dará al menos hasta 2023, sino que hunde el apetito inversor diciendo que el hachazo fiscal llegará cuando nos recuperemos.
Necesitamos urgentemente medidas de oferta serias, un plan nacional de atracción de inversión y empleo que no considere a los creadores de empleo como cajeros automáticos. Todos los datos que hemos mostrado se pueden mejorar, y España puede ser un ejemplo de salida de la crisis. Esa salida de este desastre se dará si no se fortalece urgentemente la seguridad inversora y jurídica.