Es cierto que Zapatero ha contado con los servicios del mismo responsable económico que consiguió la hazaña anterior, Pedro Solbes, pero aún así hay que reconocer al leonés su capacidad para enfrentarse al reto de derrotar a su antecesor en cifras negativas y conseguirlo casi sin mover una ceja. Es lo que los freudianos denominan "matar al padre", un paso necesario para alcanzar la madurez que Zapatero ha ejecutado con coraje y decisión.
España destruye más empleo que cualquier otro país en el mundo, con unas estadísticas del paro que acojonan al socialista europeo más pintado por su robustez. Y eso que el maquillaje de Caldera para dejar fuera de las cifras oficiales de desempleados a varios cientos de miles de demandantes de empleo están cumpliendo una importante misión correctora, porque si atendiéramos a los datos reales, la trayectoria de Zapatero como destructor de puestos de trabajo no tendría parangón en ningún otro tiempo o lugar.
Zapatero está consiguiendo, por tanto, que la sociedad esté protagonizando un cambio en su composición y estructura. Es lo que los cursis de la Nueva Era denominan "un salto cuántico", que nos está haciendo evolucionar a toda prisa, aunque el universo final en el que vamos a desembocar tras salir de este agujero de gusano se antoje bastante ominoso.
En la etapa de Aznar, el problema principal que los sindicatos denunciaban era el gran porcentaje de asalariados que ganaban mil euros de sueldo. Con Zapatero, el mileurismo vuelve a ser la principal preocupación de los trabajadores españoles, pero por el motivo exactamente contrario, porque los votantes del PSOE que han perdido el puesto de trabajo como consecuencia de la brillante gestión de su líder ante la crisis matarían ahora mismo por una nómina fija, aunque fuera de sólo mil euros.
Hace unos años, ganar mil euros mensuales era motivo de depresión. Actualmente es estar en la aristocracia laboral. Esa es la verdadera revolución social del socialismo de Zapatero, que continúa ampliando derechos para los españoles: el derecho a ser mileurista.