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Sessions: Trump no da su brazo a torcer

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En los Estados Unidos, al contrario que en España, el presidente propone y el Senado dispone.

Jeff Sessions es el nombre del último dolor de cabeza de Donald Trump. Por 52 votos contra 47, fue nombrado fiscal general de los Estados Unidos el 9 de febrero, un puesto que aúna nuestro fiscal general más el ministro de Justicia. Sessions, que hasta ahora y desde 1997 ha sido senador por Alabama, controla un presupuesto de 2.000 millones de dólares destinado a la administración judicial.

En España los ministros los elige la misma persona que elige a los diputados (nosotros sólo votamos dónde se produce el corte de cada lista) y directa o indirectamente al resto de instituciones. En los Estados Unidos, el presidente propone y el Senado dispone. La Cámara somete a los nombramientos a un escrutinio muy exhaustivo, en el que se repasa cada aspecto de su pasado y se mira con lupa cualquier aspecto que pueda justificar un voto negativo. En lo que va de sesiones de control para decidir los nombramientos, ya han tenido que abandonar tempranamente su intento de formar parte de la Administración Andy Puxder (Trabajo) y Phillip Bilden (Armada).

Hasta aquí el relato de un nombramiento como cualquier otro. El dolor de cabeza tiene que ver con lo que reveló el primer día de marzo The Washington Post. Citando a varios funcionarios del Departamento de Justicia, el diario reveló que Sessions tuvo sendas reuniones con el embajador de Rusia en Washington en julio y septiembre. No tendría mayor relevancia si el humorista y senador Al Franken no le hubiera preguntado durante las sesiones de confirmación si sabía de alguien que tuviese relación con la campaña de Trump y se hubiese comunicado con los rusos durante el proceso electoral. Sessions: “Yo no estoy al tanto de esas actividades” y “me han llamado como suplente en una o dos ocasiones durante la campaña, pero no me comuniqué con los rusos”. En enero, el senador Patrick Lehaly le preguntó por escrito: “Varios de los nominados por el presidente electo tienen relaciones con Rusia. ¿Ha estado usted en contacto con alguna rama del gobierno de Rusia en torno a las elecciones de 2016, ya sea antes o después de la votación?”. Respuesta de Sessions: “No”.

La relación de la campaña de Trump con Rusia es muy relevante, pues se sabe que Rusia espió la campaña demócrata y que intentó favorecer la elección del empresario neoyorkino. De hecho, el FBI le está investigando en el contexto de su esfuerzo por saber qué relación tiene Rusia con la campaña de Trump, según el WSJ. Sessions se ha defendido diciendo que sus encuentros son normales dentro de su función como miembro del Comité sobre Servicios Armados del Senado, lo cual es razonable. Y que nunca debatió con el embajador Sergei Kislyak cuestiones relacionadas con la campaña, lo cual podría ser cierto. Pero tuvo la oportunidad de ser más claro y dar estas explicaciones a los senadores Franken y Lehaly, y prefirió hurtárselas.

El asesor en materia de Seguridad Nacional, Mike Flynn, ya tuvo que dimitir porque mantuvo una reunión con el embajador Kislyak y engañó al respecto al vicepresidente, Mike Pence. Según varias fuentes (The Washington Post citando un alto funcionario de Trump, CNN, David Ignatius citando un funcionario federal), Flynn mantuvo varios contactos con el embajador ruso el 29 de diciembre. Es difícil pensar que esas comunicaciones nada tuviesen que ver con la decisión de Obama de minar el arranque de la Administración Trump imponiendo sanciones a Rusia por intervenir durante la campaña electoral, pero eso es lo que dicen Flynn y todos quienes tuvieron conocimiento de esas conversaciones.

Hay una investigación en marcha sobre las relaciones de Rusia con las elecciones, y Sessions, con buen sentido, se ha quitado de en medio pese a que su cargo le coloca en el centro de la misma. Pero no va a dimitir.

Donald Trump tiene buenos motivos para no dejarle marchar. El primero es que Sessions es el principal arquitecto de su política de inmigración, que es axial en los planes de Trump para su presidencia. Sessions, además, ha jugado un papel importante, junto con Stephen Bannon, en la forja del discurso proteccionista y nacionalista que le ha conducido a la Casa Blanca.

Trump confía en su Fiscal General y lo mantiene, como había hecho Obama con Loretta Lynch o Eric Holder, cuando éstos estaban siendo atacados con argumentos mucho más graves. Parece que no es fácil torcer el brazo del 45 presidente de los Estados Unidos.

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