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Una cena y tres discursos

Publicado en Libertad Digital

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Sin duda, la más emotiva y esperada fue la de Luis Reig Albiol, a quien se otorgó el premio a "una trayectoria ejemplar en defensa de la libertad". El profesor Jesús Huerta de Soto, a quien cupo el honor de presentarlo, recordó las tribulaciones de la familia de Reig desde la II República hasta los últimos compases del franquismo, y cómo incluso en las circunstancias más oscuras y minoritarias había tratado de defender y divulgar el mensaje liberal, ya fuera mediante la Fundación Ignacio Villalonga, el sello Unión Editorial o la organización de seminarios informales en la casa del propio Luis.

La Fundación Ignacio Villalonga y Unión Editorial llevan más de 40 años poniendo grandes obras del liberalismo a disposición del lector en español. Tanto Luis Reig como su hermano Joaquín colaboraron incansablemente en las labores de traducción, sabedores de que su labor dejaría una impronta perdurable. En cuanto a los seminarios informales, que tenían lugar las tardes de los jueves, dieron como resultado la formación de eminentes intelectuales, como el propio Huerta de Soto, quien hoy, a su vez, organiza seminarios en la Universidad Rey Juan Carlos y transmite sus conocimientos a los liberales del futuro.

En su discurso de agradecimiento, Reig se describió como una cotorra con bombilla. Cotorra porque, en su opinión, "sólo" ayudó a divulgar en España la obra de otros pensadores; bombilla porque, en cualquier caso, supo seleccionar con acierto. Aunque Reig piense que su labor fue meramente mecánica, me atrevería a decir que se equivoca: buena parte de las generaciones actuales del liberalismo español llevan el sello de los libros que él y su hermano tradujeron. Con su esfuerzo y dedicación, únicos, forjaron en muchos de nosotros las ideas liberales que hoy defendemos.

La bombilla, pues, pesa mucho más que la cotorra: los Reig supieron hacer lo correcto cuando casi nadie más creía en el liberalismo en España. Desde luego, esto no tiene nada de repetitivo.

La siguiente intervención fue la de Albert Esplugas Boter, que recibió el premio al mejor ensayo de fin de carrera. Aunque su intervención fue breve, hizo un alegato en pro de la persuasión de los antiliberales bienintencionados. Esplugas, que en su ensayo defiende la propiedad privada como fundamento de la libertad de expresión, se opone a cualquier tipo de violencia contra los individuos que, haciendo uso de su propiedad, deseen transmitir cualquier opinión.

En las sociedades libres, y en las menos libres pero conserven espacios para la libertad de expresión, hemos de ser capaces de aprovechar las potencialidades que nos brinda la palabra para convencer al mayor número posible de personas del valor del capitalismo, la propiedad privada y la cooperación pacífica.

Por último, Alphonse Crespo, médico suizo y director de Investigación del Instituto Constant de Rebenque, presentó la publicación del primer estudio del Instituto Juan de Mariana sobre la libertad de información al paciente.

Alphonse rechazó la criminalización de una industria que, a diferencia de lo que hacen los políticos, no incentiva la fabricación de armas para iniciar guerras y esclavizar a la gente, sino la elaboración de productos que salvan vidas. Al cercenar la libertad de información sobre los medicamentos se impide que los pacientes conozcan la existencia de posibles curas para sus enfermedades.

La ignorancia y el oscurantismo se imponen como norma preventiva, para así evitar que el gasto socializado en sanidad crezca de forma incontrolable incluso para nuestros planificadores sociales. El coste de todo ello, tal y como refleja el estudio, son tratamientos mucho más deficientes, una menor inversión privada en sanidad y, en definitiva, una peor calidad de vida de los individuos.

No es difícil ver que las tres conferencias giran en torno a la libertad de expresión y su importancia a la hora de crear y transmitir información. Esplugas trató con su trabajo de sentar las bases del derecho, Crespo expuso algunos de los inconvenientes que salían a la luz cuando tal derecho es arbitrariamente atacado y restringido, y Reig dio cuenta de los enormes beneficios que el uso inteligente de la expresión libre puede proporcionar a la sociedad.

Asimismo, las tres conferencias aportaron una triple perspectiva temporal sobre el asunto. Alphonse describió la desagradable situación actual, ante la que el liberalismo se rebela, Esplugas estableció la perspectiva y el referente al que hemos dirigirnos, y Reig nos ayudó a coger fuerzas con su exposición de cómo la libertad de expresión ya rindió sus frutos en el pasado.

Pero la Cena de la Libertad no fue sólo una noche de reflexión teórica sobre la libertad de expresión y su importancia en una sociedad libre. Fue también una velada de puesta en práctica de la misma, con numerosísimas discusiones e intercambios entre los asistentes. Ojalá contemos con usted en la del año que viene. Le esperamos.

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