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Una vía accidentada

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Nadie se ha preguntado, viendo cómo estas tragedias se suceden, si la gestión pública del transporte por tren es la más adecuada. ¿Imaginan que alguno de estos accidentes hubiera tenido lugar en Gran Bretaña? Todos los informativos abrirían con lamentaciones sobre la "polémica" privatización del sistema ferroviario.

Los accidentes son parte de la vida, pero ¿no podemos hacer algo para mejorar la seguridad en las comunicaciones ferroviarias? Hay una respuesta para la que no hace falta mucha imaginación, y que es la primera que se da en este tipo de situaciones: gastemos más dinero público. Pero el gasto da resultado sólo si se utiliza bien, algo para lo que la burocracia carece de incentivos y de ese conocimiento relevante que sólo se adquiere en el mercado. ¿Qué hacer, entonces?

Con discreción, casi con silencio, se han cumplido diez años de la privatización de los servicios ferroviarios en Gran Bretaña. Una ocasión perfecta para mirar atrás, algo que ha hecho la Asociación de Compañías Operadoras de Tren (ATOC) de Gran Bretaña, con varios informes. Desde 1996, cuando se privatizó, el transporte ferroviario ha crecido como en ningún otro país europeo: un 41% en pasajeros y casi un 60% en mercancías. La red ha sumado en estos años en 19 nuevas líneas y 51 estaciones y está en el mayor proceso de renovación de su historia, del que se reemplazarán 4.800 vehículos.

Se dirá que sólo invierten porque las 25 operadoras actualmente en servicio quieren ganar más dinero. Y es cierto. Compiten con otras vías de comunicación, y tienen que ser lo suficientemente competitivas. Pero ello incluye también a la seguridad, en la que han invertido más de 750 millones de euros.

El éxito ha sido notable: Desde 1996 la siniestralidad no ha dejado de caer, y es hoy una de las más bajas de Europa, que no llega al 0,1 por ciento por cada millón de kilómetros. Por el contrario, si miramos qué países encabezan la siniestra lista de quienes que tienen más accidentes, encontraremos siempre a países con una gestión pública del servicio ferroviario. Por única solución propuesta, más dinero público y más regulaciones.

La vieja idea de que las empresas no gastan en seguridad porque les cuesta dinero es un viejo mantra del intervencionismo, que no entiende cómo se comporta una empresa cuando tiene que competir con otras para ofrecerle más y mejor transporte, sí, pero también mayor seguridad. Siempre parte de la idea de que el burócrata es más listo y sabe más y mejor de las necesidades de cada ciudadano que cada uno de ellos. Así, prefiere tomar él las decisiones. Pero la gente sabe decidir por sí misma, y elegirá, si tiene varias opciones, entre aquellas que le ofrezcan cierta seguridad. En Gran Bretaña pueden hacerlo, y les va bien. Han elegido la vía adecuada.

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