Cuba es una tiranía liberticida que durante más de 50 años ha pauperizado enormemente a su población, hasta el punto de convertir un país desarrollado en uno subdesarrollado.
Una parte importante de la izquierda española (especialmente agrupada en torno a Unidos Podemos) despidió a Fidel Castro entre alabanzas por los incuestionables logros sociales que había alcanzado en Cuba. Desde su punto de vista, el régimen castrista constituye un envidiable ejemplo de “justicia social”: de erradicación de la pobreza, de igualitarismo, de alfabetización, de salubridad, de empleos de calidad o de sostenibilidad medioambiental. Son tales hitos los que justificarían ‘absolver’ al tirano y garantizar la institucionalización de tan exitoso régimen: sus sombras no son suficientes como para ocultar sus luces.
Y, sin embargo, esos mismos políticos e intelectuales son quienes repiten incansablemente que España es una sociedad en descomposición debido a las alarmantes cifras de pobreza, a la insoportable desigualdad, al desmantelamiento del Estado de bienestar, a la precariedad laboral, a la pobreza energética o a la insostenibilidad medioambiental. Son los mismos, en suma, que reivindican derrocar el régimen del 78 por su falta de democracia interna y por su bancarrota social.
Pero ¿verdaderamente viven los cubanos mejor que los españoles? La pregunta es harto pertinente, no vaya a ser que el nivel de vida que se ensalza en Cuba sea misérrimo en comparación con el nivel de vida que tanto se deplora en España. Si así fuera, la idealización del castrismo unida a la condena sin cuartel a España sería un caso de puro sectarismo ideológico: contentarse allí con muchísimo menos de lo que se denuncia aquí por el simple hecho de que la tiranía socialista ‘es de los nuestros’ y, en cambio, ‘el régimen del 78’ es el enemigo a tumbar.
Acaso se me reproche que la comparación entre Cuba y España no es pertinente, que a Cuba debería comparársela con otros países caribeños y no con el mundo desarrollado. Falso: como ya expusimos, el nivel de vida en Cuba antes del castrismo era superior al de España y, por supuesto, al de todos los países caribeños vecinos. Para evaluar los logros o los fracasos del castrismo, habrá que comparar la evolución de Cuba durante estos últimos 60 años con la de otro país, España, que partía de una situación incluso más desfavorable que ella. Si tan maravilloso ha sido el castrismo y tan desastroso ha sido el régimen del 78, sería de esperar que todo ello se reflejara en los distintos indicadores socioeconómicos.
Pobreza
De Cuba suele afirmarse que ha logrado erradicar la pobreza; a su vez, de España se denuncia que presenta unas cifras de pobreza alarmantes. Pues bien, según las Naciones Unidas, la renta per cápita de Cuba es de 7.301 dólares, mientras que la de España es de 32.044 dólares. Es decir, la renta per cápita de la paupérrima España es casi cinco veces superior a la de la próspera Cuba. Tengamos presente que esas cifras están ajustadas por paridad de poder adquisitivo —esto es, recogen los diferenciales en el coste de vida— y también incluyen la valoración de servicios públicos como la sanidad y la educación (a saber, los cubanos no reciben 7.301 dólares más sanidad y educación gratuita: la gratuidad de tales servicios ya está integrada en la renta de 7.301 dólares por cubano).
Acaso se replique que la renta per cápita no es un buen indicador para conocer el nivel de vida del conjunto de la población, por cuanto esa renta per cápita puede estar muy desigualmente distribuida. Y es verdad: la renta per cápita puede ocultar desigualdades muy grandes (el caso más célebre a este respecto es el de Guinea Ecuatorial: altísima renta per cápita que convive con niveles de pobreza alarmantes). Sin embargo, la desigualdad de la renta en España es inferior a la de Cuba: en concreto, el índice Gini de España es de 35,8 y el de Cuba de 40,7 (a menor Gini, menor desigualdad). Por tanto, España no solo tiene mayor renta per cápita que Cuba, sino que también está más igualitariamente distribuida. De hecho, recordemos que la definición de ‘pobre’ en España es toda persona con ingresos inferiores a 14.256 dólares (en paridad de poder adquisitivo): esto es, todo aquel que ingrese menos del doble que la renta per cápita cubana es considerado pobre en nuestro país. Por consiguiente, la práctica totalidad de la población cubana —salvo la nomenklatura socialista— sería considerada pobre en España.
Si los niveles de pobreza en España son una ‘tragedia humanitaria’, ¿cómo puede la izquierda procastrista calificar de ‘logro social’ el grado de pobreza en la isla socialista?
Hambre
Del mismo modo que se nos dice que Cuba ha acabado con el hambre, también se nos alerta de que el hambre vuelve a campar a sus anchas por España. Sin embargo, la FAO certifica que los niveles de hambre en España y en Cuba no son estadísticamente significativos (esto es, que son demasiado bajos como para poder medirlos). ¿Por qué los datos de la FAO sirven para proclamar el fin del hambre en Cuba pero no para negar la existencia del hambre en España? Es verdad que en nuestro país hay personas que no están suficientemente alimentadas, pero su porcentaje es lo bastante bajo como para que no figure en las estadísticas de la FAO: ahora bien, ese mismo problema de medición también se da en Cuba y no parece que se le aplique el mismo rasero crítico que con España. ¿A qué viene la servil complacencia con la dictadura a partir de unas estadísticas que no se aceptan en nuestro país?
Pobreza energética
La falta de acceso a la electricidad, o a fuentes de energías sustitutivas, también es denunciada como una lacra que afecta gravemente a una parte de la población española. Sin embargo, de acuerdo con el Banco Mundial, cada español consume por año 2.504 kilogramos de equivalentes de petróleo, mientras que los cubanos, solo 1.301. Es decir, los españoles disponemos, como media, de un acceso al doble de energía que los cubanos (y, recordemos, la desigualdad es menor en España que en Cuba).
Acaso se alegue que, en España, hay algunas personas que sufren de cortes temporales de electricidad por su incapacidad para atender la factura eléctrica y que esa bolsa de ciudadanos constituye una auténtica tragedia que sí debe denunciarse. Pero, de nuevo, esa misma perspectiva crítica no se dirige contra Cuba, pese a que su situación es mucho peor: el 25% de la población cubana vive en áreas rurales, y en esas áreas rurales, el 4,5% de la población no cuenta ni siquiera con acceso a la red eléctrica. Es decir, el 1,1% de la población cubana (el equivalente a medio millón de personas en España) está desconectado permanentemente de la electricidad (me abstengo de evaluar, por falta de datos, la calidad del suministro del resto de la población). En España, el 100% de la población tiene acceso a la red eléctrica.
Explotación laboral
El mayor problema de España es el empleo: ocupaciones mal pagadas y alto paro. En esto, aparentemente, Cuba sí sobresale: su tasa de desempleo es de apenas el 3,2%. Sin embargo, esa baja tasa de paro se consigue desincentivando el acceso de la población al mercado laboral (especialmente, de las mujeres). En Cuba, cuenta con un empleo el 65,8% de la población con edad de trabajar; en España, con una tasa de paro del 20%, ese porcentaje se ubica actualmente en el 60%. Ahora bien, ¿a qué tipo de empleo nos estamos refiriendo?
El salario medio en Cuba, según las propias estadísticas oficiales de la dictadura, es de 584 pesos mensuales, esto es, 22 dólares mensuales: ajustado por poder adquisitivo, serían 23,5 dólares mensuales. El salario medio español son 2.590 dólares mensuales en paridad de poder adquisitivo (y recordemos que Cuba es más desigualitaria que España).
Frente a tan devastadores datos, los procastristas suelen afirmar que, pese a tan bajísimos salarios, el Gobierno proporciona gratuitamente a los cubanos sanidad, educación y vivienda. Pero en España la sanidad y la educación también están cubiertAs por el sector público (en realidad, por los altos impuestos que soportan los españoles). Es decir, el salario medio cubano equivale a que, después de haber pagado la hipoteca o el alquiler en España, apenas nos resten una media DE 20 euros de sueldo para enfrentarnos a todos los restantes gastos mensuales. Sin duda, aquellas personas que perciban tan exiguos salarios dentro de nuestro país serían incluidAs dentro de la categoría de empleo explotado y ultraprecario: pues bien, ese es el tipo de empleo que padece la inmensa mayoría de los cubanos y que los procastristas califican de ‘logro social’ a importar.
Educación
Otra recurrente crítica contra España es que los recortes experimentados durante la crisis han contribuido a desmantelar el sistema educativo, dificultando así el acceso a la educación superior a muchísimos jóvenes. En cambio, se supone que Cuba constituye una tierra de oportunidades para que todos los adolescentes accedan a la universidad. Se olvida, empero, que el acceso a la universidad no sOlo depende del coste de la matrícula, sino sobre todo de la capacidad económica con la que cuente un estudiante para mantenerse mientras estudia y sin trabajar (por eso, por ejemplo, la izquierda suele insistir en la necesidad de incrementar las becas). Y, en Cuba, la población se esfuerza por sobrevivir.
De ahí que en la Isla castrista, sOlo el 15,9% de los trabajadores cuente con estudios superiores: en España, el 36,2%. Acaso se nos diga que tales estadísticas son herencia del pasado y que hoy en Cuba es más fácil acceder a estudios superiores que en España. Pero tampoco: en Cuba, el número de matriculados en estudios superiores equivale al 49% de la población entre 18 y 23 años; en España, al 87%. Si nuestra educación superior está desmantelada y se ha vuelto prohibitiva para ‘la gente’, ¿qué decir de Cuba?
Sostenibilidad medioambiental
Desde determinadas tribunas, también se nos ha vendido la consigna de que Cuba ha logrado crear un modelo económico sostenible desde un punto de vista medioambiental. En cambio, se suele acusar a España —y a Occidente, más en general— de estar destruyendo el planeta con un crecimiento irresponsable y antiecológico. Pero, nuevamente, los datos nos muestran la absoluta hipocresía a este respecto.
Primero, la huella ecológica de Cuba es de 1,85 hectáreas globales per cápita (esto es, cada cubano consume de media el equivalente a 1,85 hectáreas del planeta); la de España es de 5,42. Es decir, nuestro impacto ecológico es tres veces superior… pero recordemos que nuestra renta per cápita es 4,3 veces superior: por tanto, España es más respetuosa con el entorno en relación a los bienes y servicios que consumimos. O expresado de otra manera, España podría alcanzar la misma huella ecológica que Cuba manteniendo una renta per cápita un 50% superior a la de Cuba.
Esto mismo puede observarse a través de otras estadísticas: Cuba emite 3,5 toneladas de CO2 por persona frente a las 5,1 de España (emitimos menos del doble para generar más de cuatro veces su renta per cápita). Asimismo, el 87,3% de toda la energía consumida por Cuba procede de combustibles fósiles, frente al 72,8% de España o al 83,3% de EEUU.
Segundo, la contaminación ambiental es muy superior en Cuba que en España: mientras que en las ciudades españolas hay una concentración de partículas con diámetro inferior a 2,5 micras de 9,9 microgramos por metro cúbico, en Cuba esa cifra asciende a 16,5. De hecho, las muertes atribuibles a la contaminación ambiental ascendieron en Cuba a 4.147 en 2012 frente a las 6.860 de España (con cuatro veces más población y 50 veces más vehículos de motor en nuestro país).
Y tercero: en España, el 100% de la población dispone de acceso a agua protegida de la contaminación externa. En Cuba, sOlo el 89,8% en el campo y el 96,4% en la ciudad: unas cifras deplorables, a la altura de países subdesarrollados como Guatemala (86,6% en el campo y 98,4% en ciudad).
Defensa e I+D+i
Por último, la izquierda procastrista también suele reprocharl a los políticos españoles castuzos que sus prioridades presupuestarias estén completamente desnortadas: mientras que, por un lado, gastan demasiado en defensa, por otro apenas invierten en I+D+i. Pues bien, Cuba dedica el 3,5% de su PIB a gastos militares, frente a menos del 1,3% por parte de España. A su vez, Cuba apenas destina el 0,47% de su PIB a I+D+i, frente al 1,26% de España. Si los políticos españoles no saben administrar correctamente el presupuesto público o no apuestan por la I+D+i, ¿qué no decir de la dictadura castrista?
Conclusión
La izquierda procrastrista española ha adoptado una estrategia tremendamente hipócrita y sectaria: alabar las virtudes del régimen tiránico cubano argumentando que su población disfruta de un nivel de vida que esa misma izquierda procastrista denuncia como miserable dentro de España. Las condiciones socioeconómicas, calificadas de ‘emergencia social’ en España y que vuelven urgente el derrocamiento del régimen del 78, son las mismas —en realidad, mucho mejores— que las calificadas como ‘luces sociales’ del régimen castrista para justificar el apuntalamiento de ese régimen.
No, Cuba es una tiranía liberticida que durante más de 50 años ha pauperizado enormemente a su población, hasta el punto de convertir un país desarrollado —o, como poco, en vías de desarrollo— en un país subdesarrollado y dentro de la misma liga que auténticos desastres como República Dominicana o Haití. Pero imaginemos que Cuba fuera una tiranía liberticida que, en efecto, hubiese contribuido a mejorar apreciablemente las condiciones de vida de su población: ¿justificaría ello el panegírico que la izquierda procastrista le ha brindado al difunto dictador durante los últimos días? En absoluto, pues por ese mismo criterio deberían aplaudir o disculpar otros regímenes liberticidas como el de Franco o Pinochet, que también ‘desarrollaron económicamente’ a sus países.
Lavarle la cara al tirano socialista apelando a sus logros económicos conduce necesariamente a lavarle la cara a cualquier otro tirano que consiga apadrinar un cierto progreso socioeconómico de su población. Pero en este caso, para más inri, ni siquiera eso: con el castrismo, esclavitud y miseria han ido de la mano.