Leí hace unos días en varios períodicos que las universidades de La Laguna y de Las Palmas de Gran Canaria han perdido cientos de alumnos con respecto a cursos anteriores.
La noticia no sería muy alarmante si el modelo educativo internacional no estuviera cambiando a pasos agigantados hacia una educación universitaria más flexible, desregulada, barata y accesible a través de internet desde cualquier lugar del mundo y nuestro país tuviera un modelo educativo más libre que permitiera competir con estas nuevas ofertas educativas.
Hasta hace unos pocos años, quien quería adquirir conocimientos avanzados no tenía otro remedio que acudir a las bibliotecas o a las grandes aulas de las universidades. Esto hoy ya no es necesario y cualquier persona puede lograr información sin necesidad de salir de casa y de forma gratuita gracias a internet.
Por esta razón, las mejores instituciones universitarias del planeta han empezado a revolucionar la oferta académica con titulaciones universitarias online de alta calidad y bajos precios. Coursera.org, khanacademy.org, edx.org, ommayau.com o udacity.org son algunas de estas nuevas iniciativas educativas.
Sin embargo, la educación superior en nuestro país sigue anclada en el pasado. Mientras los prestigiosos centros educativos a nivel internacional están innovando con nuevos programas y modelos educativos, nosotros seguimos teniendo una educación oficial estatal, público y privada, hiperregulada y de elevadísimo coste.
Los modelos educativos, la organización de las universidades y hasta los programas académicos están planificados centralmente por el Estado impidiendo de esta forma cualquier tipo de mejora de nuestra educación.
Por ello, las universidades en Canarias, tal como las conocemos hoy, tienen sus días contados. Si nuestro sistema educativo no sufre una importante liberalización que de entrada a la creatividad empresarial para poder competir con este nuevo panorama educativo, lo más probable es que nuestras universidades no pierdan cientos de alumnos sino miles, ya que estos, a iguales o incluso inferiores precios, preferirán graduarse en economía por Harvard o Stanford sin salir de casa a hacerlo por la Universidad de La Laguna.
Por todas estas razones, tenemos dos panoramas para el futuro. Si mantenemos un sistema educativo obsoleto y planificado centralmentedonde la innovación no existe y sus costes son insostenibles en el tiempo, la consecuencia será el cierre de nuestras universidades.
Por el contrario, si liberalizamos la educación de nuestro país nuestras instituciones educativas podrán competir con la excelente oferta educativa que existe a nivel internacional. Tampoco esto garantizará que universidades como las canarias se mantengan abiertas, pues igual es más económico cerrarlas y dar un cheque a todos los estudiantes de las islas para que elijan si quieren estudiar en Harvard, MIT o Stanford.
Lo que sí tenemos que tener claro es lo que advirtió hace unas semanas en una revista económica el grancanario Gabriel Calzada Álvarez, rector de la Universidad Francisco Marroquín: «Ni las leyes de obligatoriedad ni las certificaciones gubernamentales ni las agencias de acreditación ni las barreras de los colegios profesionales podrán parar el tsunami educativo que ya está en marcha».