Skip to content

Vuelve la fiebre de los bonos basura

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Le echarán la culpa de todo a los mercados y la “falta de regulación”.

«This time you’ve gone too far, I told you”. Peter Gabriel.

No existe nada más irresponsable que aplaudir la creación de burbujas incentivada por las bajadas de tipos y, luego, cuando explotan, echarle la culpa “al mercado”…. Y repetir.

Y eso es exactamente lo que está haciendo el Banco Central Europeo con su autocomplacencia ante el exceso de riesgo acumulado en toda la economía.

Un banco central que se ha equivocado consistentemente en sus estimaciones de inflación y crecimiento no debería mirar a los pobres resultados conseguidos tras casi tres billones de euros de expansión monetaria y decir “no se hizo suficiente, repetir”. Especialmente cuando ignora las señales de alarma que, posteriormente, generan daños mucho mayores.

Ya hemos explicado varios efectos colaterales de la represión financieraen esta columna, pero cualquiera de los que hemos vivido el colapso de Drexel y la fiebre de los bonos basura que arrasó el mundo a finales de los 80 no podemos dar crédito al ver que volvemos a las andadas.

¿Qué es un bono basura? Un instrumento de deuda de una empresa o emisor estatal con ratios de liquidez y solvencia muy pobres que, por lo tanto, da una rentabilidad muy superior a los bonos de alta calidad crediticia. La rentabilidad exigida a esos bonos es mucho mayor por el enorme riesgo. Existen inversores expertos que compran y venden esos bonos porque esperan que mejore la capacidad de repago de esos bonos, y con ello los fundamentales o, simplemente, que se revaloricen. 

Estas emisiones son habitualmente minoritarias, para inversores conocedores del riesgo y especializados.

¿Qué es lo que ocurre cuando el banco central entra en modo pánico y multiplica la burbuja de bonos soberanos? Que genera un efecto llamada que lleva a los inversores más prudentes y conservadores y a los fondos de pensiones a acumular mayor riesgo por rentabilidad menor.

La eurozona no tiene ni un problema de liquidez (la liquidez excesiva supera los 1,8 billones de euros), ni de tipos altos (llevamos con tipos negativos muchos años), ni de demanda de crédito (la demanda de crédito solvente es consistente con la realidad y el crecimiento de crédito no es malo, simplemente es inferior al que le gustaría a los planificadores centrales, que no pagan las consecuencias).

Ningún estado de la eurozona se está financiando a tipos altos, ni siquiera moderados, sino a tipos obscena y artificialmente bajos. Siendo así ¿por qué revisar a la baja el objetivo de inflación y embarcarse en otra inútil ronda de recompras? Porque el banco central sabe que la burbuja es de tal calibre que, o la infla la propia entidad, o el agujero va a ser peor que el de 2008.

Y, como no puede ser de otra manera, y al calor del mal llamado dinero gratis, que no existe, se dispara una burbuja en bonos basura, justo cuando Moody’s y Standard and Poor’s, entre otros, alertan del empeoramiento de la capacidad de repago y solvencia.

-En la Unión Europea se ha disparado el número de bonos basura con rentabilidad negativa. Sí, empresas al borde de la quiebra o con grandes dificultades financieras a las que usted paga por prestarles. El número era cero en enero. Se ha disparado a catorce bonos, según Bloomberg.

-El diferencial entre la rentabilidad exigida a los bonos de más calidad crediticia y los bonos basura se ha estrechado a 60 puntos básicos, según JP Morgan. Eso indica que una empresa zombi tiene un coste de deuda prácticamente igual al de una empresa solvente.

-Los bonos basura han recibido la mayor entrada de capital en junio de los últimos tres años, según el Financial Times.

-El flujo de capitales hacia bonos basura, que se había reducido hasta ser negativo en 2018, se ha multiplicado en 2019 ante el efecto llamada de más madera de los bancos centrales, y en 2019 es ya cinco veces superior a la cifra de 2014, según Bloomberg.

Usted puede decir dos cosas. Primero, que es “el mercado” y los que se equivoquen perderán dinero, y, segundo, que a lo mejor es que esos emisores están mejorando su situación financiera y eso los hace atractivos. Desafortunadamente, no. No se puede hablar de “el mercado” cuando la política monetaria incentiva el riesgo y anula la oferta de los activos más seguros vía represión financiera. Tampoco se puede hablar de mejora de la situación de los emisores cuando el BIS, y todas las agencias de calificación alertan del aumento de empresas zombi y de deterioro de los balances.

En lo que tiene usted, querido lector, razón es que el pinchazo lo pagarán los ciudadanos y que estos bonos basura y activos ilíquidos de difícil justificación en múltiplos están colándose en fondos de pensiones.

No se preocupen, que hay esperanza. Leo en Bloomberg que los bancos centrales están consultando con el Banco de Japón cómo implementar medidas para controlar movimientos de la curva. ¡Qué alivio!, ya me estaba preocupando. Es una gran idea preguntarle qué hacer al responsable de más de dos décadas de estancamiento japonés en un país con una deuda total que duplica a la europea con respecto al PIB.

Preguntarle al Banco Central de Japón qué hacer para controlar la curva ante el estancamiento secular es como preguntarle a un obeso qué hacer para adelgazar. Porque “controlar la curva” indica dos cosas. Una, que son conscientes de que los tipos a los que se financian los Estados hoy son insostenibles y artificiales. Si tuviera algo que ver con la demanda y los fundamentales, no habría que “controlar” nada. La segunda es más peligrosa. Significa que no les importa que aumenten de manera exponencial los desequilibrios, la deuda y la burbuja.

Me quedo tranquilo. Le echarán la culpa de todo a los mercados y la “falta de regulación” y se presentarán como la solución al problema que han creado. Más madera.

Más artículos

Trump 2.0: la incertidumbre contraataca

A Trump lo han encumbrado a la presidencia una colación de intereses contrapuestos que oscilan entre cripto Bros, ultraconservadores, magnates multimillonarios y aislacionistas globales. Pero, este es su juego, es su mundo, él es el protagonista.