La demagogia del gasto abrirá un agujero aún más grande en las cuentas públicas.
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, no está seguro de tener todos los votos necesarios para permanecer en el Palacio de la Moncloa tras las próximas elecciones. Y ayer tuvimos la enésima confirmación del freno en el crecimiento de la economía española. Ante semejante coyuntura, Warren acometerá una doble pirueta, política y económica.
La cabriola política, que ya estamos viendo, será presentarse como moderado, centrista y españolista. Notable osadía. Resulta que el hombre que gobierna en Navarra gracias a la abstención de Bildu, el hombre que consideró a Podemos como su “socio preferente”, ese hombre es ponderado. Para que esta fábula tenga algún viso de credibilidad hay que rodearla de un abanico de añagazas, y repetirlas sin cesar. De ahí la insistencia en su moderación, y en que él no podía gobernar con los indocumentados radicales del chalé, que ya sabe usted que no son de fiar. Frente a los independentistas, el lema está claro: “Ahora, España”, con todas las banderas que sea menester esgrimir.
Cuando usted tenga la tentación de levantar la mano para protestar ante este camelo, Warren y su pandilla procurarán retratar las alternativas como indeseables extremos: ultras por la izquierda, ultras por la derecha. Si usted es moderada, señora, ha de votar a Warren, que no solo garantiza la estabilidad política, sino que además…y aquí vamos al segundo timo: el económico.
Ya no puede la izquierda alegar que la economía va bien gracias a ella. Ahora engañará de otra manera: dirá que gracias a ella, la crisis (que es culpa de otros, claro) será sorteada de manera progresista, porque aumentarán las prestaciones del Estado de bienestar, y el coste solo lo pagarán los asquerosos ricos.
Por supuesto, ni aumentarán esas prestaciones ni la izquierda perseguirá a una minoría de multimillonarios. Simplemente, no dan los números. La demagogia del gasto abrirá un agujero aún más grande en las cuentas públicas, que los progresistas, si llega el momento en que no puedan taparlo con más deuda, lo harán descargando el peso de los impuestos sobre la mayoría del pueblo.
Si esto es una política económica irresponsable siempre, lo es aún más cuando el ciclo ingresa en una fase recesiva. Pero aquí, como subrayó ayer La Razón, lo que cuenta no es la responsabilidad sino los votos, que es lo único que persiguen Warren y sus secuaces.
Notará usted que nada de esto es novedoso: todos los gobernantes lo hicieron. Ese fue el argumento de Rajoy cuando acosó a la clase media. Sostuvo que no había otra opción, que la derecha preservaba el Estado de bienestar, y que había repartido con justicia los costes de la crisis, castigando más a los que más tienen. Igual que Warren. Es posible, empero, solo posible, que el mendaz “giro social” al justo centro de Warren no tenga los amables resultados electorales que él y sus adeptos anhelan.