Es el nuevo chunda chunda intervencionista frente al cual la oposición caerá rendida por miedo a ser políticamente incorrecta. Según el propio líder de la banda, el estribillo tendrá tres ingredientes: sostenibilidad medioambiental, sostenibilidad social y sostenibilidad económica.
La sostenibilidad económica establecida por decreto es la vieja matraca de Zapatero y de todos aquellos que no entienden cómo funciona el mercado. La idea consiste en sustituir el modelo económico a la fuerza y sustituirlo por una economía del conocimiento y de la innovación.
En estos momentos, se trataría de cambiar la desmoronada economía del ladrillo por una economía altamente productiva fundamentada en la investigación y el desarrollo. El modelo resultante nos permitiría, supuestamente, afrontar con éxito los retos de la globalización.
Melodía obsoleta
A los quinceañeros la melodía puede que les engatuse pero a los que llevamos más tiempo en esto, la musiquilla suena a déjà-vu obsoleto. En el año 2004 Zapatero llegó al poder hablando de un gran cambio, una revolución, del modelo económico.
Cuando a finales de aquel año Pedro Solbes se presentó en Las Cortes con los Presupuestos Generales del Estado para 2005, dijo que con aquellas cuentas se iniciaba la transición hacia un “nuevo modelo de crecimiento” fundamentado en el incremento de la productividad. Miguel Sebastián, por aquel entonces fontanero de Moncloa, recitaba de memoria aquello del I+D+i y el esplendoroso futuro de la economía española cada vez que le ofrecían cantar el himno del gobierno.
Todos hemos podido comprobar en qué quedó aquel cambio de modelo productivo. Una torre de ladrillo hueco que se vino abajo en cuanto la ficción zapateril tuvo que enfrentarse a la realidad de los recursos escasos de la economía. Y es que en el fondo del fracaso socialdemócrata se encuentra el famoso pecado, que no es exclusivo de la izquierda española, consistente en pensar que se puede diseñar desde arriba un modelo productivo.
Es la fatal arrogancia de la que nos hablaba Hayek: pensar que unos seres elegidos pueden saber mejor cómo organizar la sociedad que el conjunto de los individuos interactuando libremente en función de sus preferencias y valoraciones subjetivas que el gobernante no puede conocer.
Por ejemplo, la arrogancia de Zapatero de creer que podía provocar una revolución energética verde condujo a una burbuja de renovables que no sólo han costado decenas de miles de millones de euros, sino que ha pinchado y ahora muestra a las claras la insostenibilidad económica de la ingeniería social, por verde que esta sea.
La verdadera sostenibilidad económica sólo puede surgir de los órdenes espontáneos y armónicos que surgen de las acciones voluntarias en el mercado a partir de las acciones concretas de individuos, que guiados por la consecución de sus metas personales, se ven impelidos a satisfacer los deseos de otros ciudadanos a los que ni siquiera tienen por qué conocer (mano invisible en desafortunada expresión de Adam Smith). La idea no gusta a los políticos porque reduce su función a la mínima expresión.
Cambio climático
La sostenibilidad medioambiental, por su lado, es el estribillo político irresistible de nuestro tiempo. Sin embargo, es más fácil mencionarla que cantarla sin desafinar. Para Zapatero esta forma de sostenibilidad consiste en promover la economía verde, construir un modelo productivo bajo en emisiones y conjurar las amenazas planteadas por el cambio climático.
Resulta interesante observar que a pesar de las decenas de planes nacionales aprobados para convertir la economía española en la avanzadilla de un mundo libre de CO2, España sea el país que más incumple el fracasado Protocolo de Kyoto.
El último dato oficial es que nuestro país ha incrementado en más de un 52% las emisiones de gases de efecto invernadero cuando el compromiso era no pasar de un 15%. La verdad inconveniente es que EEUU, sin el racionamiento de Kyoto y con un modelo mucho más cercano al libre mercado que el español, ha logrado una tasa de incremento de emisiones muy inferior a la española y la mitad de la europea, desde que se firmó el protocolo.
Sólo la recesión económica permitirá a España dejar de distanciarnos del objetivo y acercarnos un poco dando la razón a quienes decíamos que cumplir el Protocolo de Kyoto supondría una enorme crisis económica para la economía española. No está claro a qué desafíos del calentamiento se refiere Zapatero (los milenaristas no suelen explicar las causas del apocalipsis).
Durante los últimos cinco años ha estado insistiendo machaconamente en el riesgo de la subida del nivel del mar hasta el punto de que su gobierno aconsejó a los españoles dejar de ocupar la primera línea de playa. Pero a los políticos hay que tomarles por lo que hacen con su dinero y no por lo que dicen. Y lo que Zapatero ha hecho con su dinero está muy claro: desoír sus pronósticos catastrofistas comprándose un chalecito en primera línea de playa.
Resulta muy improbable superar mediante planificación política el elevado nivel de sostenibilidad medioambiental que provee el mercado libre. El motivo es que los precios libres son el único indicador social de la escasez relativa de los recursos escasos y sólo en el mercado libre se tiende a evitar su despilfarro de manera eficiente.
La tercera y última rima que tararea Zapatero en la nueva ley es, cómo no, sostenibilidad social. En esta estrofa final, la Ley para la Economía Sostenible debe proveernos de empleo estable, cohesión social y un sistema de pensiones sostenible.
La estabilidad impuesta en el empleo no es algo que habitualmente pueda lograrse sin perjudicar la creación de empleo. Los funcionarios, por ejemplo, tienen un empleo estable pero en poco ayudan al crecimiento económico de este país.
La política laboral de este gobierno, con Caldera y Zapatero como ideólogos supremos, ya ha logrado el éxito de convertir a nuestro país en el campeón del desempleo entre los países desarrollados.
El empecinamiento en inflar con dinero de todos la burbuja renovable produce ahora decenas de miles de desempleados verdes y, aún si este no fuera el caso, el dinero que se detrae de otros usos y se dedica a sostener las energías que están demasiado verdes para funcionar de manera sostenible en mercado libre, provoca la pérdida de más del doble de empleos de aquellos que se generan con la subvención. Es la realidad económica del coste de oportunidad que los mercantilistas nunca han querido entender.
Pensiones y sistema de reparto
Por otro lado, pocas cosas pueden ser más insostenibles que el sistema público de pensiones de reparto, un sistema piramidal que hace que el timo de los sellos o el de Madoff parezcan juegos de niños. Por mucho que Zapatero nos cante la musiquilla de la sostenibilidad, su plan de pensiones es un puro timo que tratará de extender obligándonos a incrementar lo que aportamos y reducir lo que recibimos. Así Madoff también su hubiera salvado, por un tiempo.
En cuanto a la cohesión social, la cantinela no puede ser más errónea. Las sociedades se cohesionan de forma natural a través de la interdependencia propia de los intercambios voluntarios. La cohesión impuesta de Zapatero sólo puede acrecentar las disputas, dar rienda suelta a la envidia y multiplicar sin límite los agravios comparativos. En suma, la nueva canción de Rodríguez Zapatero combina la música melosa de la peor demagogia política con una letra que es la receta de un modelo socio-económico insostenible.