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La actualidad de Robert Higgs

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Robert Higgs es un referente al que acudir si se quiere entender la lógica con la que opera el Estado: “la institución más destructiva que los seres humanos jamás hayan concebido”

El economista estadounidense Robert Higgs, flamante Premio Juan de Mariana a una trayectoria ejemplar en defensa de la libertad -galardón que recogerá el 29 de mayo en el Casino de Madrid-, es mucho más que un teórico radical, que un anarcocapitalista parapetado extramuros del mainstream, que un historiador que ha arrojado luz sobre la Gran Depresión y la posterior salida de la crisis de Estados Unidos.

Robert Higgs es un referente al que acudir si de lo que se trata es de entender la lógica con la que opera el Estado, “la institución más destructiva que los seres humanos jamás hayan concebido”, en sus propias palabras. Y sus aportaciones resultan, en estos tiempos de populismo desatado, de más actualidad que nunca.

Higgs, con su teoría del «efecto trinquete» (ratchet effect), muestra que el Estado utiliza cualquier desajuste, que el mercado sería capaz de corregir de manera más equitativa y eficiente, para intervenir en la economía y aumentar su tamaño, alcance y poder. Una vez solventado el desajuste, el Estado se contrae, pero nunca regresa a su anterior tamaño. Así, cada crisis siempre acaba implicando un crecimiento del Estado. Esto se ha visto claramente tras la Gran Recesión de 2008, momento en el que los gobernantes españoles decidieron afrontar la emergencia aumentando el gasto público, los impuestos y el intervencionismo. Un gasto público, unos impuestos y un intervencionismo que no figuran en la agenda de ningún partido político para ser reducidos -no hablemos ya de dejarlos en los niveles previos a la recesión-.

Y con el concepto de incertidumbre de régimen (regime uncertainty), el IX premio Juan de Mariana señala que un contexto político amenazante para la propiedad privada -impuestos confiscatorios, nacionalizaciones de empresas, expropiaciones, inseguridad jurídica…- degenerará en una huida de inversores, que temen perderlo todo. Una estampida que no se detendrá hasta que esa amenaza política se disipe. Su pormenorizado análisis de la Gran Depresión se yergue como un claro ejemplo de ello. Higgs considera que la economía empezó a recuperarse cuando desapareció el dirigismo keynesiano característico de los años bélicos y comenzó a aflorar una intensa inversión privada favorecida por la retirada del devastador New Deal. 

De nuevo, observamos cómo el análisis de Higgs parece describir la realidad española, con los populismos de todos los partidos proponiendo ampliar los tentáculos de un ya asfixiante poder político, y obteniendo, en consecuencia, la huida de inversiones por doquier. Robert Higgs se nos muestra hoy y ahora más actual que nunca.

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