Jesús Huerta de Soto en la Casa Rosada

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El pasado domingo 27 de abril de 2025 el profesor Dr. Jesús Huerta de Soto fue condecorado con la Orden de Mayo de la República Argentina en el Salón Blanco de la Casa Rosada. Se trata de una de las más altas distinciones que entrega el país. Una distinción honorífica que es otorgada a ciudadanos extranjeros como reconocimiento por méritos excepcionales en el ámbito cultural, científico o humanitario.

Su creación fue en el año 1946 y lleva el nombre de Orden de Mayo, en alusión a la Revolución de Mayo de 1810, un hito fundacional en la historia Argentina. Sin duda, un punto de inflexión. Por mencionar algunas personalidades a las que se les ha hecho entrega de esta distinción, la Reina Sofía de Noruega, el Rey Felipe VI de España, o Valentín Paniagua presidente de Perú.

Luego de las palabras (más bien, clase magistral de Economía) del presidente Javier Milei, el profesor Huerta de Soto recibió en mano del primer mandatario la distinción aludida. Y a continuación dio un discurso que quedará enmarcado como otro hito. Otro punto de inflexión en la historia Argentina y muy probablemente de la humanidad.

Por primera vez, en la sede de un gobierno, en el epicentro de un estado soberano, en la Casa Rosada, se pronunciaba un excelso discurso sustancialmente anarcocapitalista.

Libertad o estatismo; el discurso

Sin ánimo de reproducir íntegramente las palabras mencionadas por el profesor Huerta de Soto (puede encontrarse el video entero en internet) se transcribirán a continuación algunas de las ideas salientes de su magnífico pronunciamiento. En palabras del profesor, que solo me limito a transcribir lo más fielmente posible:

En primer lugar, el estado NO es necesario. No solo no es necesario, sino que, además, es científicamente imposible que pueda proporcionar lo que promete a la humanidad.

A nivel popular se confunde la existencia del mismo con el carácter imprescindible de los servicios que malamente proporciona, como ser, carreteras, orden público, hospitales, etc. El estado es una entelequia imposible, que no puede lograr lo que promete. Es imposible que el estado cumpla sus objetivos coordinadores en cualquier parcela del proceso social que pretenda intervenir por cuatro principales motivos:

En primer lugar, el enorme volumen de información que necesita para ello y que se encuentra dispersa o diseminada en los ocho mil millones de personas que participan en el proceso social

En segundo lugar, el carácter tácito, no articulable, y, por tanto, no transmisible de esa información dispersa de forma inequívoca que necesita el órgano de intervención estatal para dar contenido coordinador a sus mandatos.

Tercero, la información que debiera utilizarse no está dada, ni es estática, sino que cambia continuamente como consecuencia de la creatividad humana, siendo imposible -lógicamente- transmitir hoy una información que será creada mañana y que es la que necesita el órgano estatal para que mañana pueda lograr sus objetivos.

Cuarto y último, el carácter coactivo de los mandatos del estado bloquea la actividad empresarial de creación de esa información que es precisamente la que necesita como agua de mayo (como anillo al dedo en castellano argentino) para dar un contenido coordinador a sus propios mandatos

Como si todo esto fuera poco, el otro gran problema es que una vez que existe el estado, es casi imposible limitar su expansión y su poder. Ello es así porque la mezcla del estado como institución monopolista de la violencia, junto con la propia naturaleza humana es literalmente explosiva.

Estas cuatro razones, teorema de la imposibilidad del socialismo o mejor dicho estatismo -sea de izquierda o de derechas-, son trabajadas en profundidad en su excepcional obra Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial, que ya cuenta con más de siete ediciones y ha sido traducido a más de 20 idiomas, incluido chino, ruso, japonés y árabe.

El efecto combinado de los grupos de interés, la miopía gubernamental y compra de votos, el carácter megalómano de la casta política y la ceguera e irresponsabilidad de la burocracia irresponsabilidad generan un cóctel explosivo que produce crisis sociales, políticas y económicas que sirven de justificativo para ulteriores dosis de intervención.

Sobre ideas impracticables

Como comentarios finales, habiendo presenciado ese histórico momento, y sobre todo luego de comenzar a escuchar las predecibles repercusiones de algunos sectores de la población, no era de extrañar algunas frases típicas. Sucede que, para quienes escuchan por primera vez estas cuestiones, o bien, para quienes no les es posible imaginar otro mundo, estas palabras les resultan controvertidas.

Suelen expresar frases como que un mundo sin estado es una idea impracticable. Esto es lo mismo que decir, en 1900, que el hombre nunca podría inventar una máquina que vuele, o concebir la idea de un ordenador portátil. Lo que no se dan cuenta es que, justamente, generaciones enteras han sufrido un adoctrinamiento feroz, propiciado fundamentalmente por los ministerios de educación. Los cuales han enseñado a creer en la inexorabilidad del estado.

Por sobre todo, creando ciudadanos obedientes, que no cuestionen su existencia, es decir, sin pensamiento crítico. Personas que voluntariamente se adapten creyendo que el estado es natural, o inevitable. De alguna manera, y parafraseando a Foucault, al fin y al cabo, la conducta se normaliza y, por lo tanto, no pueden advertir (porque no poseen la capacidad) su maliciosa existencia. Pero por sobre todo su existencia autojustificada. Solo Dios es causa y consecuencia.

Existencia innecesaria y autojustificada, tanto desde sus orígenes como hasta los estados modernos de hoy (para ello podemos remitirnos a las obras de Hans-Hermann Hoppe o Franz Oppenheimer sobre el estado). Por eso, muchas veces los estados toman medidas como, por ejemplo, liberar delincuentes, reducir penas a violadores, o abrir indiscriminadamente fronteras, para luego proveer seguridad. Pero, por sobre todo, intervenir en la economía. Es decir, entorpecer el natural y espontáneo proceso social de mercado, a los efectos de querer resolver problemas que el mismo estado generó con carácter previo.

Todas estas medidas intervencionistas son popularmente muy aceptadas por quienes no realizan muchos esfuerzos críticos, ya que cuando la intervención se acompaña de relatos buenistas y con cierta apariencia lógica, cala con fuerza en la sociedad. Se genera así un bucle intervencionista infinito que solo agiganta al estado y acomoda a la casta política. Pero la realidad es otra. Por ejemplo, el chiste de la justicia social, se cuenta solo. Todo el mundo es solidario con el dinero ajeno. Y otros muchos endilgan la culpa a la “naturaleza” del ser humano, pretendiendo dirigir o determinar cómo deberían comportarse todos para que pueda cumplirse su noble ideal. Olvidando, en última instancia, el valor de la libertad. El fetiche y la excitación desenfrenada por la igualdad son otra historia aparte. O somos iguales, o somos libres. No existe otra posibilidad. Sucede que luego dan pataletas cuando se les pone el grillete en el tobillo.

Lo realmente impracticable es la idea de un estado que pueda lograr su cometido. Cada problema político, social y económico existente es una cabal prueba de los fallos de estado constantes e inevitables, por las razones resumidas por el profesor Huerta de Soto. Otra típica frase es “¿y dónde se ha aplicado esto?”, o “¿en qué país no existen los impuestos?”, y todas de similar tenor. No es el objeto de este brevísimo artículo explayarnos sobre estas cuestiones. Después de todo, el estudio profundo de la teoría económica excede por lejos las enseñanzas de la economía mainstream que se da en las universidades, y el estudio de los procesos de mercado en particular aún más.

En la enorme mayoría de las universidades del mundo se “educa” en la creencia estatal. Luego, ¿cómo no va a ser el producto resultante un ciudadano que no conciba un mundo sin su existencia? Pero, más allá de todo, es dable señalar que, justamente, es la existencia estatal la que inhibe la capacidad creativa de las personas para imaginar, concebir, crear nuevas e innovadoras formas de producción de bienes y servicios en un marco de libertad y sin coacción.

La libertad no es un ideario nuevo, todo lo contrario. Ésta está inscripta en el ADN del ser humano. Ya decía Thoreau que el hombre, al igual que la planta, vive conforme a su naturaleza, o muere. Y cabe agregar que la esencia humana es la libertad. En todo caso, la prueba de laboratorio es el estado, y su creencia en él. Las sociedades existen, perduran y prosperan, en todo caso, a pesar del estado. Y no gracias al estado. Es la innata capacidad creativa de las personas la que ha sido el motor de la civilización humana, que en un marco de libertad, y sin coacción estatal o resistiendo a ella, nos han llevado a maravillarnos con las invenciones, bienes y tecnología que hoy disfrutamos.

Nos resulta inconcebible imaginar todo lo que se podría lograr. De la misma manera que a muchas personas hoy les resulta inimaginable una sociedad sin estado. Es un ejercicio mental y de imaginación que demanda mucho esfuerzo, pero que no es imposible. De todas formas, los pasos en la dirección correcta se están dando. Argentina, hoy, faro del mundo libre, se ha puesto de pie. Y no son pocos quienes ya han empezado a salir de la caverna Platónica

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