Juan Andrés, y otros ilustrados españoles olvidados

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Quizá con la excepción de Feijoo, las figuras más conocidas de la ilustración hispana -Jovellanos, Mayans, Luzán, Montiano, etc.- son personajes de importancia más local que general, salvo en el caso de la denominada “Escuela Universalista Española”, tan importante en la gestación de la “comparatística” alemana de siglo XIX, después generalizada a todo el mundo en el siglo XX. Porque ¿quién no ha oído hablar alguna vez de la “economía comparada”, del “derecho comparado”, de la “literatura comparada”, de la “anatomía comparada”, etc.?

Sin embargo, pocos han oído hablar de esta escuela y menos aún se la relaciona con la aparición de la comparatística alemana. Olvido muy expresivo de la escasa validez y consistencia de los juicios globales negativos sobre la Ilustración hispana, generalizados desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX. Porque los autores tradicionalmente tratados como los “principales” ilustrados españoles son muy importantes, sí, pero sólo en el mundo hispánico, sin apenas proyección exterior. De ahí que el olvido de las aportaciones de esta escuela constituya una auténtica amputación: el silenciamiento y olvido de la Ilustración hispana tardía, la mejor seguramente, y que tanto influiría en el pensamiento general en los dos siglos siguientes.

Escuela Universalista Española

Algo hay de olvido en lo sucedido con esta Escuela. Manifestación del final de Ilustración, formada por autores hispanos, jesuitas en su mayor parte, como Antonio Eximeno (1729-1809), Juan Andrés (1740-1817), Lorenzo Hervás (1735-1809) y algunos otros, que desarrollaron una línea de pensamiento científica y humanística, a la vez. No conforman un grupo desconocido, exactamente, pero sí muy poco estudiado en España. Sus aportaciones, algunas muy destacadas, fueron objeto de atención tanto para el joven Menéndez Pelayo, en su Historia de los Heterodoxos Españoles, como para José Luis Abellán, en su Historia del Pensamiento Español.

Pero ambos le dieron un tratamiento muy tangencial. Menéndez Pelayo casi se limitó a acusarlos de empiristas y “sensualistas”, influidos por Locke y Condillac. Pero no reparó en el hecho de que ese empirismo, no dejaba de retrotraerse al principio de “realismo filosófico” característico de la Escuela de Salamanca, especialmente a la segunda época o época jesuita de la misma (Suárez, Juan de Mariana), que se nutrió, entre otras fuentes del empirismo o proto-empirismo de Juan Luis Vives (1490-1540). Y Abellán, por su parte, se ha limitado a consignar su existencia y poco más en un capítulo de su obra titulado Los jesuitas tienen que salir de España.

Conformaron esta escuela principalmente jesuitas españoles expulsados en 1767, y disueltos en 1773 por el Papa. Los expulsó de España el rey Carlos III, que los acusó de instigar el Motín de Esquilache (1766), confiscando sus bienes, por Decreto Real de 1767. Y, sin embargo, gracias a ellos puede afirmarse que la Ilustración española sí tuvo una influencia relevante en el pensamiento europeo de los siglos XIX y XX. El motivo de la amputación no es difícil de entender: nadie los defendió nunca. Eran jesuitas y, por tanto, sospechosos para un “progresismo” que los expulsó varias veces en los siglos XIX y XX. Y el tradicionalismo, por su parte, los consideró poco menos que materialistas y extranjerizantes en exceso.

La expulsión y disolución de los jesuitas

Las expulsiones y la posterior disolución de la Compañía de Jesús en 1773, conmocionó al mundo católico y tuvo profundas consecuencias. La disolución la había promovido el Rey de España, Carlos III, el país de San Ignacio, el fundador. Y el país en el que tuvo mayor impacto fue España, tanto en la europea como en la americana, y en Nápoles y Parma, entonces asociadas a la corona española. Los muchos colegios jesuitas en América, igual que en España, fueron clausurados y las reducciones con nativos en Paraguay arrasadas. Muchos han señalado que la desafección hacia España en América comenzó con esa expulsión. La orden la restableció en Papa, en 1814, tras la caída de Napoleón y el fin de las guerras de la revolución francesa. En España se los volvió a expulsar tres veces en el siglo XIX (1820, 1835 y 1868) y una más en el XX (1932).

También obligó al exilio a gran cantidad de jesuitas por todo el mundo. Muchos fueron a Italia, como la mayor parte de los jesuitas hispanos de ambos hemisferios. El efecto en la educación incluso universitaria en el mundo hispánico fue grande. Los jesuitas, como orden religiosa, representaban la tradición católica, tan combatida por los ilustrados, pero también poseían un número muy elevado de magníficos profesores versados en las ciencias y en los cambios en la filosofía, pues los jesuitas tenían las mejores minorías docentes. 

Los mayores beneficiarios fueron los países protestantes. La aborrecida Compañía de Jesús, que tanto y tan eficazmente combatió la Reforma Protestante, desaparecía y, además, lo hacía de la mano de España y del Papa. No era para menos: el protestantismo, derrotado en los siglos XVI y XVIII en lo intelectual, lo político y lo militar, triunfaba al fin en el siglo XVIII. Las universidades de muchos países protestantes, o de las colonias británicas de Norteamérica, acogieron como docentes a muchos jesuitas. Y en países como Prusia o Rusia (que en 1772 se repartieron la católica Polonia con Austria), se ignoró el decreto papal, lo que permitió la continuidad de los colegios jesuitas y la reorganización de lo más selecto de la intelectualidad de la Compañía, que pudo resurgir con cierta facilidad en 1814.

Juan Andrés

Jesuita valenciano y amigo de Gregorio Mayans, que trató de que volviese a España sin conseguirlo, se le conoce más por su nombre italianizado “Giovanni” Andrés, pues desarrolló lo principal de su obra en Roma (Italia), donde se exilió tras la expulsión de los jesuitas. También lo hicieron el matemático y musicólogo Antonio Eximeno -primer director de la Academia de Artillería de Segovia- y Lorenzo Hervás, quien elaboró allí su Lingüística Universal. A ellos se debe la creación de la “comparatística” moderna, que se desarrollaría en Europa, muy señaladamente en la Alemania del siglo XIX, y en América.

Juan Andrés se dedicó al estudio comparado del desarrolló de la historia universal de las letras y las ciencias y creó la comparatística al abordar el estudio comparado de las diferentes literaturas. Las metodologías comparatistas se centraron inicialmente en los estudios literarios, a partir de la obra de Juan Andrés Origen, progresos y estado actual de toda la literatura (1782). Fue esta la primera historia de la literatura universal que se conoce. Historia literaria en la que se incluyeron todas las obras escritas, incluso las de literatura científica y también la filosófica y la teológica. En esta obra, Juan Andrés estableció de facto los estudios de literatura universal y comparada, aun sin usar todavía esta denominación.

La obra de Juan Andrés es, quizá, la obra teórica más trascendental de esta escuela, pues alcanzó amplia difusión y fama en toda Europa por la creación de la comparatística del siglo XIX, sobre todo alemana, y tuvo múltiples ediciones, especialmente en Italia. Igual sucedió con la obra de Lorenzo Hervás y su catálogo de lenguas de las naciones conocidas, respecto de la formación de la lingüística comparada, que se desarrollaría en los siglos XIX y XX y que, a juicio de Abellán, es una obra superior incluso en importancia a la de Juan Andrés.

Comparatística

La comparatística es un término creado en el siglo XIX por la ciencia humanística alemana (Komparatistik) y por las ciencias literarias. Se aplica desde luego a las ciencias humanísticas, como filología comparada y literatura comparada, derecho, religión, mitología, sociología, economía y filosofía comparadas. Pero se ha utilizado también, con cierta frecuencia, en el ámbito de las ciencias experimentales, como lo son la botánica comparada, iniciada por José Celestino Mutis, o más recientemente la anatomía comparada.

El modo de hacer de la comparatística se basa en la comparación, obviamente. Su origen remoto se sitúa en la crítica literaria antigua, que generó una tradición humanística de la que fueron herederos y continuadores Juan Andrés y Lorenzo Hervás. Ambos crearon la literatura comparada y la lingüística comparada modernas. Como antes se dijo, junto con Antonio Eximeno, conforman el núcleo de la llamada Escuela Universalista Española del siglo XVIII. ​

No se debe concluir esta breve referencia sin mencionar el trabajo investigador, primero, y de estudio y difusión después, del Profesor Pedro Aullón de Haro, de la Universidad de Alicante. Pedro Aullón ha dedicado sus mejores esfuerzos en recuperar a estos autores de la Ilustración tardía, que fueron los autores españoles que más influencia desplegaron en el pensamiento general en los siglos XIX y XX.

Serie ‘españoles eminentes

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