La Blitzkrieg de Trump y la desincronización social

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La sucesión de acontecimientos que llevamos vividos desde el 20 de enero no tienen precedentes en la historia reciente de occidente. Desde que Trump fue investido presidente el foco mediático no ha hecho más que cambiar: Panamá, Canadá, Colombia, Venezuela, México, Sudáfrica y Gaza han sufrido la ofensiva diplomática del presidente de Estados Unidos. Pero eso no ha impedido una batería de medidas en política interna igualmente abrumadora: indultos, criptomonedas, leyes sobre el género, cambio de 180 grados sobre inmigración… y por encima todo, un departamento de eficiencia gubernamental (DOGE) que está destapando al Estado en la sombra (deepstate) que muchos habían denunciado, pero que nadie había podido destapar.

Donald J. Trump no es un hombre joven. Nació en 1946 y casi toda su vida ha estado vinculada a dos negocios que no pueden estar más ligados al siglo XX: los bienes raíces y la televisión. Ser un outsider de la política le permitió emplear muchas tácticas novedosas en 2016, pero lo que está haciendo ahora va bastante más allá. En estos primeros días de presidencia ha ejecutado un plan perfectamente organizado para atacar a cada uno de los poderes (nacionales e internacionales) a los que se enfrenta. Y para planificar algo así hay que haber escapado previamente del marco mental del siglo XX, y haberse integrado completamente en el siglo XXI.

El siglo de internet. El siglo de la descentralización (o desincronización)

Y eso es algo cuya importancia está escapando a la mayoría de los analistas. Los políticos occidentales se preocupan por dos cosas: de cómo se habla de ellos en la prensa (lo que leen otros políticos) y cuántos minutos ocupan en televisión (lo que ve la masa). Esta obsesión se arrastra desde mediados del siglo XX, época donde la TV reinaba ya en todos los hogares, lo que permitió que la sociedad estuviera sincronizada. Paul Graham lo definió así en un artículo en 2016:

Ahora cuesta imaginarlo, pero todas las noches decenas de millones de personas se sentaban juntas frente al televisor para ver el mismo programa, a la misma hora, al igual que sus vecinos. Lo que pasa ahora con la Super Bowl ocurría todas las noches. Estábamos literalmente sincronizados.

El poder de la TV no se ha esfumado de golpe. Desde la popularización de internet han tenido que pasar muchos años para que ese reinado esté llegando a su fin. Pero está llegando, y estamos asistiendo a su ocaso.

Contra los legacy media

Trump lo ha entendido perfectamente. Sigue dando ruedas de prensa y concediendo entrevistas a Fox News, pero también ha sido el primer candidato en someterse a podcasters en plena campaña electoral. Menosprecia a los legacy media siempre que puede, y quiere introducir a outsiders en las ruedas de prensa de la Casa Blanca.

Pero la batalla contra los legacy media es solo una pata de una guerra mayor. Para explicar su alcance hay que entender en qué bandos se divide la contienda. Para ello es útil basarse en la explicación que da Balaji Srinivasan en su libro The Network State: How To Start a New Country.

Balaji divide esta guerra en tres bandos:

  • Capitalismo Woke: es la ideología de la clase dirigente de Estados Unidos (y por tanto del mundo occidental) cuyo órgano central son los legacy media.
  • CCP: es el Partido Comunista Chino basado en: leninismo, confucianismo, capitalismo y nacionalismo.
  • Redes internacionales descentralizadas (networks) : son movimientos que están radicados en internet y congregan a personas de todas las nacionalidades que se organizan en torno a fines comunes. Ejemplos de esto podría ser la red de Bitcoin, pero también grupos como los libertarios o la derecha alternativa anti globalismo.

En 2016 Trump se ayudó de las redes sociales para ganar la presidencia. Y siguió usándolas para contrarrestar a sus oponentes. Pero ha sido ahora cuando de verdad se ha integrado en el bando de las networks. Muchas de sus órdenes ejecutivas han sido promesas a diferentes aliados en estas redes: bitcoiners (posible reserva nacional y desregulación), libertarios (indulto a Ross Ulbricht), nombramiento de Robert F. Kennedy Jr. (MAHA), etc.

Oponerse a la centralización

Pero lo que más vincula a Trump a la descentralización es su oposición a la centralización. Sus enemigos son el establishment occidental y el rival de la supremacía americana en el mundo: China. Con este marco tripolar del mundo podemos entender mejor cuál es el objetivo de esta guerra relámpago de órdenes ejecutivas. Para debilitar al capitalismo woke no basta con estar en la Casa Blanca, hay que erosionar sus cimientos. Y esos son dos:

  • Instituciones estatales o financiadas por el Estado que son siempre dirigidas con una visión progresista (USAID es el mejor ejemplo, pero hay docenas más).
  • Instituciones supranacionales cuya función es que se mantenga la inercia de determinadas políticas, independientemente del resultado de las elecciones en los países que las forman.

Sobre China, todo parece indicar que Trump ha decidido forzar a países de su entorno a escoger bando por medio de los aranceles y, en casos más urgentes, la ostentación de su poder militar (peace through strength). Seguramente haya opciones mejores, pero ha escogido esta y de momento no parece estar funcionando mal.

Pero no solo estamos ante una ofensiva, sino que también hay medidas defensivas. Y estas son las más interesantes. Se trata de una gran desregulación cuyo fin es llevar a los Estados Unidos a una nueva época dorada.

Su apuesta por las criptomonedas, la inteligencia artificial y la generación de energía por todos los medios disponibles son a todas luces bazas ganadoras. Nadie conoce el futuro, pero es difícil imaginarse el mundo en 2050 sin que estas tres piezas sean vitales en él.

Combinar el ataque a tus enemigos, sobre todo cuando son tan formidables, con un crecimiento exponencial de tu economía, es la táctica correcta. De hecho, es la única táctica viable para ganarle la partida a expertos en juegos de suma cero.

Estamos muy al principio de esta confrontación. Pero entender qué fichas hay en el tablero y cómo están posicionadas nos va a ayudar a entender lo que va a venir. No tiene sentido seguir sincronizado en un mundo que se está desincronizando. Y eso es más importante aún en un país como España, donde la información sobre Estados Unidos es ridículamente homogénea. Empezar a leer a autores como Balaji Srinivasan, que son un buen primer paso para corregir este problema.

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