La campaña de Manuel Ayau por la libertad

Tags :
Share This :

No puedo dejar de soñar que algún día Guatemala y todo su pueblo prosperarán en paz y libertad.

– Manuel F. Ayau

En la década de 1960, la ciudad de Nueva York era un centro vibrante para artistas e intelectuales, y la Grand Central Terminal, rebosante de energía y movimiento, encarnaba este espíritu dinámico. Ahí, podrías cruzarte con Jane Jacobs debatiendo sobre planificación urbana, Hannah Arendt reflexionando sobre derechos humanos o Lenny Bruce explorando nuevas formas de ejercer su libertad de expresión. Una tarde en particular, en medio de las bulliciosas multitudes de la explanada principal, también podrías haberte encontrado con dos jóvenes guatemaltecos, con tickets en la mano, embarcándose en un viaje para transformar su país y las vidas de millones de personas.

Su destino no era ni las Naciones Unidas ni Wall Street, sino un lugar posiblemente más impactante. Sus billetes de tren decían «Irvington-on-Hudson», una pintoresca ciudad a orillas del río Hudson, a solo 40 minutos del centro de Manhattan. En sus manos tenían una carta con una dirección: «30 South Broadway». Después de subir una empinada colina desde la estación, llegaron a su destino: la sede de la Fundación para la Educación Económica (FEE).

Se llamaban Manuel Ayau y Ulysses Dent, dos emprendedores decididos a descubrir las causas fundamentales de la pobreza en Guatemala y trazar un camino hacia la prosperidad para su país. Su visita a FEE no fue ni un hecho fortuito ni un acontecimiento preestablecido. Fue uno de esos momentos afortunados que a menudo surgen cuando los héroes se proponen cambiar el mundo. Tocan el timbre, se abre la puerta y comienza un nuevo capítulo en la historia de la libertad.

Próximo destino: Prosperidad a través de la libertad

Los grandes viajes a menudo comienzan con una pregunta, y para estos dos jóvenes, este viaje no fue una excepción. En 1958, Ayau y un grupo de amigos con ideas afines, frustrados por el lento progreso de Guatemala e insatisfechos con las soluciones de los llamados «expertos», formaron un grupo de estudio para abordar una pregunta aparentemente simple: «¿Por qué Guatemala es pobre?». Esto condujo naturalmente a una segunda pregunta, más ambiciosa: «¿Cómo podemos crear prosperidad para todos?». Decididos a descubrir las causas fundamentales de la pobreza y trazar un camino hacia un futuro mejor, buscaron respuestas significativas. Como ingenieros y empresarios, se mostraban escépticos ante las explicaciones enrevesadas y a menudo contradictorias ofrecidas por los economistas y autoproclamados expertos de la época. Su búsqueda de claridad y soluciones prácticas marcó el comienzo de un viaje transformador.

Todo cambió unos meses después, cuando un miembro del grupo conoció a Agustín Navarro, un empresario mexicano y cofundador del Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas. Tras embarcarse en una búsqueda similar en México, Navarro ofreció inmediatamente su apoyo a su causa. Compartió un folleto de FEE, la organización que había inspirado la fundación de su centro. El artículo, de Ludwig von Mises sobre la economía de los salarios, fue una revelación para Ayau y sus compañeros. Reconociendo su visión compartida, Navarro también se ofreció a ponerlos en contacto con FEE.

El descubrimiento tanto de los liberales clásicos mexicanos como de FEE despertó una nueva energía y dirección para el grupo. No pasó mucho tiempo antes de que decidieran formalizar sus esfuerzos. El 18 de noviembre de 1959, lanzaron oficialmente el Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), un grupo de expertos dedicado a promover la libertad económica en Guatemala.

FEE: Un centro para la libertad

La misma semana, Bettina Bien Greaves, de la Fundación para la Educación Económica, escribió desde Nueva York, ofreciendo apoyo, recursos y aliento a Ayau. Esta carta marcó el comienzo de una asociación duradera entre el grupo de Ayau y FEE. Lo que comenzó como un simple intercambio de ideas se convirtió en una colaboración profunda y duradera, que dio forma a su visión y sentó las bases intelectuales para promover la libertad en Guatemala.

A través de esta asociación, conocieron al fundador de FEE, Leonard Read, y a pensadores influyentes como Ludwig von Mises, F. A. Hayek y Milton Friedman, participaron en seminarios de verano donde conocieron a otros empresarios intelectuales, e incluso fueron invitados a reuniones de la prestigiosa Sociedad Mont Pelerin, todas experiencias que impulsaron sus esfuerzos por llevar la prosperidad a Guatemala.

Desde el principio, su búsqueda de una sociedad libre los convirtió en idealistas, soñadores o radicales. Sin embargo, fue su inquebrantable coherencia, tanto en palabras como en hechos, lo que finalmente les valió el respeto y la admiración. En todos sus esfuerzos, el apoyo de FEE resultó crucial, no solo intelectual y estratégicamente, sino también a través de una verdadera amistad y un cálido aliento. Con el tiempo, CEES creció hasta convertirse en un faro de libertad en la región, y este viaje condujo más tarde a la fundación de la Universidad Francisco Marroquín, que sigue siendo uno de los logros más famosos y duraderos de este grupo de empresarios.

Hoy en día, la relación entre FEE, CEES y UFM sigue siendo tan vibrante como siempre. Durante los 65 años transcurridos desde que se envió esa primera carta, FEE ha servido como un centro donde los emprendedores intelectuales de nuestro país encuentran ideas transformadoras y construyen amistades duraderas. Las sucesivas cohortes de liberales clásicos en América Latina se han formado gracias a esta conexión duradera. Desde directores hasta estudiantes de primer año, el legado de este intercambio intelectual sigue prosperando, más relevante e impactante que nunca.

Un viaje impulsado por las ideas, la amistad y la esperanza

Por un golpe de suerte, hace unas semanas, volví a Irvington, más de una década después de asistir a uno de los últimos seminarios de verano que se celebraron allí. Mientras viajaba en tren, no pude evitar reflexionar sobre cuántos luchadores por la libertad, como Ayau y Dent, habían viajado por esas mismas vías, cuántas amistades se forjaron en el camino y cuántos libros, llenos de ideas transformadoras, llevaban en su equipaje.

Para mí está claro que cada viajero, independientemente de su origen, estaba unido por una esperanza compartida: la creencia de que la libertad podría hacer del mundo un lugar mejor. Aunque la sede de FEE ya no está en Irvington, su misión perdura. Ya sea en Atlanta, México o Madrid, quienes participan en los eventos de FEE siguen descubriendo el mismo tesoro de ideas, la calidez de la verdadera amistad y un sueño compartido de construir un mundo más libre y próspero.

Este año se cumple el centenario del nacimiento de Manuel Ayau. Al celebrar su extraordinaria vida y legado, espero que su inquebrantable optimismo, su esperanza radical y sus incansables esfuerzos por llevar la libertad y la prosperidad a todos inspiren a muchos a continuar este viaje y mantener vivo el sueño para las generaciones venideras.

¡Que viva la libertad!

Deja una respuesta